Calatrava la Nueva La batalla de las Navas de Tolosa en el año 1212 supuso un extraordinario punto de inflexión en las relaciones entre los reinos cristianos y los dominios musulmanes en la España medieval. A partir de ese momento la balanza se inclinó de forma definitiva en favor de los cristianos peninsulares, que a lo largo del siglo XIII, con especial protagonismo de Castilla, protagonizan un intenso avance territorial, quedando reducida la presencia musulmana prácticamente al área correspondiente a las actuales provincias de Granada, Málaga y Almería.

En este proceso de repoblación y consolidación territorial desempeñaron un papel fundamental las órdenes militares, especialmente la Orden de Calatrava que “reaccionó” ante esta nueva coyuntura modificando su sede principal, que se trasladó en el año 1217 desde Calatrava la Vieja a un nuevo emplazamiento situado en el cerro del Alacranejo en el que se podrían reconocer restos de la anterior fortaleza de Dueñas. Esta nueva ubicación tenía un claro componente estratégico, pues era más adecuada para ejercer un control mucho más efectivo de los importantes pasos que conectaban la Meseta Sur con Andalucía.

El Sacro-Convento de Calatrava la Nueva está constituido por una compCalatrava la Nuevaleja red de áreas y estancias diseñadas para dar respuesta a la doble función de fortaleza y residencia monástica, característica de este tipo de órdenes que aunaban el elemento religioso con el militar. A pesar del paso de los años y de las más diversas vicisitudes que ha conocido esta magnífica construcción, declarada Monumento Histórico Nacional en 1931, en la actualidad podemos disfrutar de una agradable y enriquecedora visita, que de forma sugerente y con suma facilidad nos sumerge en el ambiente de la Plena Edad Media.

En una superficie equivalente a unos 5 campos de fútbol se definieron tres recintos amurallados que tienen como objetivo primordial proteger el núcleo central de todo el conjunto, constituido por el castillo y la zona conventual que se desarrolla a su alrededor y en la que se pueden reconocer diferentes estancias como el refectorio, la sala capitular, las celdas, cocinas, hornos, el claustro…, destacando por encima de todas las edificaciones la iglesia, que es el elemento más llamativo y mejor conservado.

La iglesia, que responde claramente a la tipología cisterciense, presenta una planta basilical dividida en tres naves que culminan en tres ábsides y que están cubiertas por bóvedas de crucería. A pesar de la sencillez de sus líneas constructivas, resulta muy llamativa la fachada en la que nos atrae por su belleza la Puerta de la Estrella, definida por un arco apuntado abocinado, sobre la que aparece uno de los símbolos más emblemáticos de todo este conjunto: un gran rosetón, construido en la época de los Reyes Católicos, que contribuye a generar una especial luminosidad en el interior. Cuando nos introducimos en este templo lo primero que nos llama la atención es una atmósfera de quietud y sobriedad que nos envuelve y nos invita a un disfrute silente con la espiritualidad que aporta la luz procedente del rosetón y los elementos telúricos de las piedras volcánicas del entorno del Campo de Calatrava que forman parte de Calatrava la Nuevaeste edificio, otorgándole una especial configuración. A la nave de la izquierda abren dos pequeñas capillas que fueron construidas en un momento algo posterior como se deduce de su estilo más característico de un gótico tardío.

Calatrava la Nueva constituye un lugar muy apropiado para realizar una incursión por nuestra historia y reconocer importantes sucesos y personajes que estuvieron vinculados con esta majestuosa edificación que nos contempla airosa desde decenas de kilómetros, en un entorno donde también debemos disfrutar de ricos manjares como sabrosos quesos y apetitosas berenjenas.