Francisco Javier Morales Hervás / Doctor en Historia

El territorio actualmente ocupado por la provincia de Ciudad Real se caracterizó en la Edad Media por contar con escasos contingentes de población, circunstancia en la que influyó el hecho de haber sido durante mucho tiempo una inestable área fronteriza y, además, no presentar unas condiciones geográficas especialmente atractivas. Tampoco ayudó mucho que la acción repobladora quedase principalmente en manos de las órdenes militares, pues su modelo de explotación económica se centró más en la actividad ganadera, que precisaba menos mano de obra y cuyo modelo latifundista favoreció la concentración de la población en núcleos que se encontraban bastante alejados. La densidad de población fue muy baja y la existencia de grandes áreas despobladas favorecía la acción de grupos que provocaban robos y depredaciones, y, para defenderse de estos ataques, se constituyeron grupos de defensa como la Hermandad Vieja de Villa Real, creada en 1302.

Muerte de Pedro I a manos de su hermano Enrique de Trastámara.

Tras la derrota almohade en las Navas de Tolosa parte de la población musulmana que habitaba en este territorio se desplazó hacia Andalucía, pero se mantuvieron ciertos grupos de mudéjares que permanecerían en algunas alquerías rurales, aunque la mayoría se acabarían agrupando en barriadas de ciudades como Villa Real o Daimiel, donde constituirían las denominadas “morerías”. También hubo un importante contingente de población judía, que se concentró en los principales núcleos urbanos como Almagro y Villa Real. A los cristianos mozárabes, que poblaban este territorio durante la etapa de ocupación musulmana, se unieron diversos grupos de población, no muy numerosos, que, atraídos por las ventajas que aportaban ciertas “cartas pueblas”, llegaron procedentes de la meseta norte, Aragón e incluso desde más allá de los Pirineos.

La economía se basaba en la explotación agrícola, en la que destacaba la producción de cereal, caracterizada por su bajo rendimiento. Las órdenes militares y los privilegios concedidos a la Mesta favorecieron el impulso de la ganadería, a lo que también contribuyó que algunas de las principales rutas trashumantes ganaderas atravesasen diversos términos municipales de la actual provincia de Ciudad Real. Las actividades artesanales se concentraban en los principales núcleos de población, destacando especialmente la actividad textil que, gracias a la importante cabaña ganadera y la calidad de su lana, se desarrolló en lugares como Almodóvar del Campo y, sobre todo, Villa Real. También fue importante la actividad comercial con la celebración de mercados semanales, como el que tenía lugar los martes en Villa Real;  también cobraron un especial protagonismo algunas ferias anuales como las que se celebraban en Montiel, Almagro, Almodóvar del Campo, Luciana y Fuencaliente.

Las tierras que configuran la actual provincia de Ciudad Real también tuvieron cierto protagonismo en los diversos conflictos que se produjeron en la Corona de Castilla a partir de mediados del siglo XIV, circunstancia en la que influyó la crisis social y económica derivada por las consecuencias de la epidemia de peste negra que afectó a la península a partir de 1348. Entre estos conflictos destaca, sin duda, la guerra civil entre Pedro I y Enrique de Trastámara, cuya resolución se produciría en Montiel en 1369 con la muerte de Pedro a manos de Enrique. Uno de los grupos que se vieron más afectados por la inestabilidad política de los siglos XIV y XV fue la población judía, que llegó a padecer ataques entre los que destacan las persecuciones producidas en 1391, que tuvieron una especial virulencia en algunas juderías como la de Villa Real.

Juan II de Castilla (i), padre de Isabel I de Castilla (d) “la Católica”

Nuestro territorio provincial también tuvo cierto protagonismo en las turbulencias que se desarrollaron durante la minoría de edad de Juan II. Concretamente hay que destacar la contribución de las huestes de Villa Real en la liberación de Juan II, que estaba rodeado por sus enemigos en el castillo de Montalbán. En agradecimiento a esta acción, el monarca concedió a Villa Real el título de ciudad en 1420, a lo que se añadirían en años posteriores otros privilegios para esta ciudad. Esta política de protección a Ciudad Real sería continuada por su hijo Enrique IV y, sobre todo, por Isabel I, que impulsaría la instalación de importantes instituciones en esta ciudad como el Tribunal de la Inquisición y la Real Chancillería.