Entrevista a Florencio RodríguezFlorencio Rodríguez es natural de Bolaños, agricultor e hijo de agricultores, ingeniero agrícola, secretario general de ASAJA en Ciudad Real y vicepresidente de ASAJA en Castilla-La Mancha. Antes fue técnico de la Federación Agraria Provincial y secretario general Técnico cuando se fusionan la Confederación Nacional de Agricultores y Ganaderos y el Centro Nacional de Jóvenes Agricultores, lo que dio lugar a ASAJA. Desde entonces, año 1989, ha sido uno de los máximos representantes de esta organización tanto en nuestra provincia como en la región.

No olvidemos nunca que el campo nos da de comer a todos”

Pregunta.- Al parecer hay alguna duda sobre las siglas de ASAJA. Por lo de “jóvenes”, queremos decir.

Respuesta.- No es una Asociación de Jóvenes Agricultores, como muchas personas lo dicen, sino Asociación Agraria-Jóvenes Agricultores. Hay un guión al medio. Y por otra parte muchos se preguntan el porqué de “jóvenes agricultores”. Cuando se produjo la fusión se pensó que la palabra jóvenes debíamos mantenerla, ya que la supervivencia del sector agrario pasaba por la incorporación al mismo de los jóvenes, que es nuestro primer pilar.

P.- Hemos empezado hablando de la organización agraria ASAJA, ¿por qué en el campo hay varias organizaciones, por intereses distintos?
R.- Antes había más, sobre todo cuando las últimas elecciones a Cámaras Agrarias. Posteriormente se quedaron en cinco. Nosotros somos el resultado de la fusión de tres. El motivo es que siempre hay quien cree que puede hacer las cosas de forma diferente. No porque haya fines distintos, sino otros caminos para llegar a los mismos fines, que debe ser el bienestar del hombre del campo. Lo que sí es evidente es que hay que concentrar la fuerza y lograr la unidad del sector agrario, puesto que este ha sido nuestro principal problema durante mucho tiempo, la desunión.

P.- ¿Existen distintos grupos de agricultores en cuanto a propiedad de medios de producción de tierras o instalaciones?
R.- Lógicamente que los hay. Y por supuesto la capacidad de la explotación agraria es distinta entre unos y otros. En nuestro mundo agrario la mayoría de las explotaciones son pequeñas o medianas, aunque también las hay grandes. Las peculiaridades son distintas entre unas y otras. Pero lo que sí es evidente es que a lo largo del tiempo nos vamos dando cuenta de que el sector agrario tiene que ser más competitivo y para ello las explotaciones se tienen que redimensionar, tienen que crecer. No debemos olvidar nunca el proceso de globalización e internacionalización en el que nos movemos. Lo que hoy vemos es que las explotaciones que desaparecen son las más pequeñas. Pese a ello hay explotaciones familiares, con producciones específicas, que pueden defenderse bien en un mercado tan globalizado porque dan un valor añadido, con un aporte social, muy importante.

P.- ¿Pero los pequeños y grandes propietarios tienen más puntos de unión que de separación?
R.- Sí. Porque realmente la dimensión debe ser lo menos importante. Se trata de la forma de hacer y planificar la explotación. Es verdad que puede haber intereses específicos de fincas muy grandes, pero estos no son los que dominan la situación ni el sector. Que nadie se confunda con esto. Precisamente de ASAJA se ha hablado de que tenemos explotaciones pequeñas, medianas y grandes, como si fuesen incompatibles. Y no lo son. Nosotros no entendemos de tamaño, sino de la profesionalidad del sector.

P.- ¿Cómo es el campo de nuestra provincia, tanto la tierra como las personas?
R.- Desde que empecé en esto se ha ido produciendo una evolución muy importante. Ahora mismo veo dos modelos de campo. El primero es el que ha girado en torno a la agricultura más productiva alrededor del agua, mejorando mucho la productividad. El segundo es el que se basa en la superficie de secano con explotaciones agrícolas y ganaderas, y éste ha sufrido mucho más.

Las explotaciones están cambiando a pasos agigantados. La trayectoria en los últimos 25 años nos muestra cómo han desaparecido cultivos que necesitaban mucha agua y han aparecido métodos agrícolas con un uso muy racional del agua, que han optimizado los recursos como consecuencia de las dificultades de riego. Se ha producido una importante incorporación de maquinaria más avanzada y de nuevas técnicas de cultivo lo que las ha convertido en muy competitivas a numerosas explotaciones. Sin embargo otra agricultura, y también ganadería, la de secano, desgraciadamente no van a la misma velocidad. Tienen importantes dificultades para desarrollarse e, incluso, para poder agruparse entre sí y comercializar en común. Ese es nuestro gran reto.

Por otra parte la crisis económica ha sido un punto de inflexión y ha hecho que vuelva mucha gente al campo, sobre todo gente joven que le está dando un punto de vista empresarial al sector agropecuario. Y esto es de gran trascendencia pues, hasta hace poco, de seis agricultores que se jubilaban, sólo uno era reemplazado por un joven.

P.- Pero, ¿cómo es el hombre de nuestro campo?
R.- Sencillo, pero ha cambiado mucho en los últimos años. Está más formado y piensa cada vez más en la cuenta de resultados. Y sigue siendo conservador: no se gasta todo, si le viene un año bueno deja algo para cuando venga malo. Es también trabajador y emprendedor. Aunque se jubile, mentalmente sigue en el campo. Éste ha sido su vida y morirá siendo su vida.

P.- ¿Por qué los agricultores y ganaderos, según ASAJA, deben estar orgullosos de su profesión?
R.- Deben sentirse orgullosos siempre. El sector agrario siempre ha sido muy poco valorado por el resto de la sociedad. Social y económicamente se ha considerado que los que están en el campo es porque no sirven para otra cosa o sirven muy poco. Y sin embargo hay agricultores y ganaderos que pueden dar lecciones de todo a cualquiera. Además de que en el campo también hay personas con estudios, licenciados para no ir más lejos. Pero sí es una cuestión a reivindicar: la dignidad profesional de los hombres y mujeres del campo. Ese orgullo es algo que desde ASAJA lo tenemos como bandera. Porque nuestros padres o nuestros abuelos, de casi todos nosotros, han tenido, además, algo que ver con el campo.

P.- La realidad es que el campo español no depende sólo de la Unión Europea, sino del resto de potencias mundiales, caso de China o Estados Unidos. ¿Esto qué nos plantea?
R.- Hay algo importantísimo que me gustaría recalcar: La Política Agrícola Común (PAC) es esencial para España, ya que entramos en un mercado común en el que nos protegemos mutuamente, podemos comprar y vender en un mercado muy grande y además participamos de un principio de solidaridad que ayuda a unos y otros. Esta política común, además, nos ha traído ayudas, lo cual en muchas ocasiones nos ha confundido. Una explotación agraria depende, de media, en un 25% de estas ayudas, pero el otro 75 % depende de la venta del producto que genera. Lo importante, pues, es el mercado, entre otras cosas porque la subvención o ayuda puede desaparecer.

P.- Finalmente, ¿cuál es la relación entre el agricultor y el ganadero con el industrial del campo, el que transforma y comercializa los productos?
R.- El futuro pasa por la implicación de ambas partes en el desarrollo del sector. Es fundamental la industria agroalimentaria, pero también lo es el agricultor. Y el ganadero. Creo que hay figuras importantes, como las interprofesionales, que sirven de mesa para que el sector productor y el sector industrializador nos pongamos de acuerdo a la hora de planificar el sector. La cuestión es que debe hacerse de forma consensuada y no tirar de la cuerda para romperla. Los dos sectores son necesarios y básicos, aunque haya diferencias. Personalmente lucharé, y mi organización lo hará, para que no desaparezca la D.O. Valdepeñas, el caso más inmediato que tenemos ahora sobre este asunto.