Francisco Javier Morales Hervás / Doctor en Historia

Será durante el mandato del primer emperador romano, Octavio César Augusto, en torno al cambio de era, cuando se culmine la conquista de todo el territorio correspondiente a Hispania. Este emperador llevará a cabo una nueva estructuración territorial del Imperio, que en el caso de la Península Ibérica conllevará que la anterior división de Hispania en dos provincias (Citerior y Ulterior) dé paso a una nueva división en tres provincias: Lusitania, Bética y Tarraconense. Podemos decir que, en líneas generales, el actual territorio de Ciudad Real quedó englobado en la provincia Tarraconense, que, al ser considerada una provincia imperial, precisaba de mayor presencia militar por parte de Roma, lo cual tenía cierta lógica estratégica y económica, pues de esta manera se aseguraba tener sometidos a la vigilancia de destacamentos militares los importantes centros mineros del entorno de Sierra Morena. Esta división administrativa se mantendrá prácticamente inalterable hasta el siglo III cuando el emperador Diocleciano realizó una nueva organización administrativa para mejorar la gestión y, sobre todo, optimizar la recaudación tributaria. De este modo, dividió algunas de las provincias más grandes, con lo que se incorporaron nuevas provincias como la Cartaginense, a la que pasarían a pertenecer la mayor parte de las tierras que actualmente constituyen la provincia de Ciudad Real.

Restos de la calzada romana que pasaba por la actual localidad de Chillón.

Las sucesivas divisiones administrativas que llevaron a cabo los romanos en Hispania, como en el resto del Imperio, tenían como finalidad básica establecer un eficaz sistema de gestión que asegurase la explotación económica de estos territorios a la vez que ayudaba a impulsar un intenso y profundo proceso de romanización. Para alcanzar este objetivo también fue trascendental la creación de una red viaria, representada por las calzadas romanas, cuya estructuración en nuestro ámbito provincial cada vez va siendo mejor conocida y que, en líneas generales, pone de manifiesto un cierto vacío en vías de comunicación en la zona occidental de la provincia, sobre todo en su área más septentrional, lo cual puede deberse a dos causas fundamentales: el menor atractivo que este ámbito ejerció para el establecimiento de asentamientos en época romana y el hecho de que esta área se caracterice por presentar un relieve más abrupto y unos terrenos muy antiguos, cuya dureza dificultaría la creación de infraestructuras viarias. En cambio, la zona sedimentaria correspondiente a la llanura manchega es atravesada por diversas rutas de época romana que aprovecharían las favorables condiciones de unos terrenos más blandos y prácticamente llanos.

Contamos con diversas fuentes epigráficas que, combinadas con la información que aporta la arqueología, nos permiten establecer la trayectoria aproximada de un buen número de vías romanas. Entre estas fuentes podemos mencionar el “Itinerario de Antonino”, que recoge diversas rutas que atravesarían la actual provincia de Ciudad Real, como la que uniría dos de las más importantes ciudades de Hispania: Emérita Augusta (Mérida) y Caesaraugusta (Zaragoza), pasando en su recorrido por nuestra provincia por los enclaves de Sisapo (La Bienvenida, Almodóvar del Campo), Carcuvium (Caracuel), Mariana (Puebla del Príncipe), Laminium (Alhambra) y Alces (Alcázar de San Juan). A partir de la información que aporta esta fuente epigráfica y otras como el Anónimo de Rávena, podemos destacar el papel desempeñado por Laminium como importante cruce de caminos, pues por esta localidad del Campo de Montiel, según estas fuentes, pasarían otras vías que se dirigían a otros importantes núcleos hispanos como Toletum y Complutum, atravesando diversos términos municipales actuales como Argamasilla de Alba, Alcázar de San Juan, Villarta de San Juan y Puerto Lápice.

También cobró gran importancia económica y estratégica la comunicación entre la Meseta y la Alta Andalucía, para lo cual resultaba básico encontrar los puntos desde los que resultase menos complejo atravesar Sierra Morena. En su parte oriental se realizaría aprovechando el trazado de la Vía Augusta que, procedente del levante peninsular y atravesando tierras albaceteñas, llegaría hasta Mentesa Oretana (Villanueva de la Fuente) y Mariana, dirigiéndose desde allí hacia Cástulo (Linares). Ciertos documentos epigráficos también nos informan de la existencia en la zona occidental de Sierra Morena de rutas que permitían unir el distrito minero de Sisapo con destacados núcleos como Cástulo y Córduba.

Izq.: Distribución de España en provincias en el año 300 d.C. Anteriormente habían sido dos, Ulterior y Citerior, posteriormente tres, Lusitania, Bética y Tarraconense. Dcha.: Red de calzadas romanas en España durante la época imperial. (Fotos: Ruralzoom, Montes Norte y Wikipedia)