Luis Suarez WWF

Luis Suárez. Responsable de Biodiversidad de WWF España

La caza es sin duda una de las más importantes actividades económicas de muchas zonas rurales –a veces casi la única-, que tiene una grandísima incidencia en la conservación del patrimonio natural.

Sin entrar en consideraciones éticas ni justificar esta actividad, lo cierto es que resulta imprescindible minimizar los impactos que la intensificación y ciertas prácticas erróneas están causando e impulsar una caza mucho más respetuosa con el medio natural. Para ello es fundamental abordar y resolver una serie de retos; estos son algunos de los más importantes:

Reducir las altísimas densidades de ungulados en fincas de caza mayor.

Prohibir las repoblaciones o sueltas con especies cinegéticas de granja, al menos mientras no se pueda acreditar que se trata de ejemplares autóctonos.

Establecer moratorias sobre especies claramente en declive como la tórtola o el conejo.

Sustituir el control de predadores por el control de la predación, es decir potenciar las poblaciones de especies cinegéticas, antes que intentar erradicar sus predadores.

Instaurar un sello de calidad cinegéticas que impulse las buenas prácticas y la sostenibilidad

Erradicar completamente el uso de cebos envenenados, una práctica ilegal y muy dañina para la biodiversidad.

Recuperar otras actividades tradicionales en las fincas de caza (apicultura, extracción de corcho, etc.) y fomentar otras nuevas (turismo verde).

Trabajar en el desarrollo y la aplicación de políticas agrarias más sostenibles, comprometidas con la recuperación o conservación de la salud de los ecosistemas.

Solo trabajando en estas líneas podremos garantizar que la práctica de la caza no tiene un impacto negativo sobre la conservación de la naturaleza, una prioridad en la que los cazadores deben tener un papel más protagonista.