Lorenzo Selas Céspedes nació en el año 1938 en una familia humilde de Ciudad Real. Se define como “niño de la postguerra” y, aunque acudía regularmente a la escuela, a los 11 años tuvo que ponerse a trabajar en un taller de relojería. Allí estuvo hasta los 14 años cuando cambia de oficio y entra en un taller de “frigorista”. Dichos trabajos le obligan a estudiar por la noche, lo que hace en Hermano Gárate. A los 18 años ya tiene bachillerato e inicia Maestría Industrial. Pero su profesión ha sido siempre la de “frigorista” fundando su propia empresa, dedicada a todo lo relacionado con el sector del frío, a los 20 años, la cual posteriormente pasó a ser una cooperativa con más de 100 trabajadores. Su estrecha relación con el mundo empresarial hace que este sector le empuje, en el año 1978, a entrar en política a través de UCD, con el objetivo de conseguir la alcaldía de Ciudad Real en las primeras elecciones democráticas, lo que logra durante cuatro legislaturas seguidas. Y, por ello, por estar en el lugar adecuado en el momento adecuado y tomar las decisiones adecuadas, pues gobernar es tomar decisiones, Lorenzo Selas fue el hombre que trajo el AVE a Ciudad Real.

“Ministro, en tus manos está que  Ciudad Real siga siendo un pueblo  de por vida, o que entre en el futuro”

Pregunta.- ¿Usted es el hombre que trajo el AVE a Ciudad Real?

Respuesta.- Está feo decirlo. Me niego a decirlo así. Porque una persona sola no es capaz de hacer algo, todos necesitamos ayuda, pero sí debo reconocer que fui el promotor, que fui el primero que conoció, en el año 1987, la iniciativa que tenían RENFE y el Gobierno de este proyecto con motivo de la Expo 92 de Sevilla. Y desde ese momento, y en absoluto silencio, me puse a recorrer despachos en Madrid. Fui el descubridor de esta idea, la cual consistía en una línea de alta velocidad Madrid-Sevilla con única parada en Córdoba, y nunca, nunca, en Ciudad Real ni Puertollano. Y esto, después de 25 años, lo sabe todo el mundo.

P.- ¿Por qué Lorenzo Selas sabía que existía el proyecto AVE y sólo lo sabía él?

R.- Porque en el año 1986 me puse en contacto con Renfe para adquirir la máquina que ahora está en el barrio de Pío XII. De ahí me vinieron numerosos contactos con los Amigos del Ferrocarril y con directivos de Renfe, consiguiendo la máquina “Mikado”, que vino desde Bilbao, y posteriormente la información confidencial sobre el futuro AVE, que en aquellos momentos ni siquiera era de “alta velocidad”.

P.- Aclaremos un punto: ¿El AVE pasaba por Ciudad Real o se trajo a Ciudad Real?

R.- Pasaba por las afueras de Ciudad Real. La Línea Ciudad Real Madrid seguía donde estaba y la estación se mantenía mientras que se nos creaba otra línea en la zona este de la ciudad.  El AVE pasaba por las afueras y no paraba, luego en Ciudad Real no podíamos utilizarlo.

P.- ¿Por qué empezó a moverse por los despachos? ¿Qué podía significar para la ciudad que el AVE sí parase en Ciudad Real?

R.- Pensé que significaba todo. Nos encontrábamos en el centro de España, pero muy mal comunicados con todos. Estábamos a 50 kilómetros de la autovía de Andalucía y por ferrocarril estábamos conectados casi sólo con Extremadura. Debemos recordar, sobre todo para las nuevas generaciones, que para ir a Madrid en tren se necesitaban cinco horas, que se redujeron a tres cuando Renfe cambió las locomotoras. Para ir a Andalucía había que ir a Manzanares a coger el tren. Y para ir a Levante había que ir a Alcázar. Por eso yo estaba convencido de que la instalación en Ciudad Real de una nueva estación y una nueva línea férrea que nos conectaba directamente con Andalucía y Madrid, sería vital para el futuro de la ciudad. Yo estaba convencido de que si no conseguíamos este proyecto Ciudad Real quedaría condenada, de por vida, a lo que entonces era. Por eso luché con uñas y dientes para que el tren parase en Ciudad Real, se construyese una estación y desapareciesen todas las instalaciones antiguas del ferrocarril pues, al mismo tiempo yo pensaba en lo que urbanísticamente debía ser Ciudad Real en el futuro. Ya pensábamos entonces en la construcción del nuevo hospital.

Debo recordar que, antes de tener conocimiento del proyecto del AVE, ya habíamos preparado un proyecto con vistas a la urbanización futura de todos los terrenos que ocupaba Renfe, lo que hoy es la Avenida del ferrocarril, que desató las críticas contra mí acusándome de loco.

P.- Suponemos que usted era consciente de los obstáculos que le iban a poner en Madrid. Pero, ¿los hubo también en Ciudad Real?

R.- Muchísimos, lamentablemente. Primero me voy a referir a los de Madrid. En primer lugar, Renfe despreciaba el número de viajeros que Ciudad Real pudiese aportar al AVE. No le interesaban. En segundo lugar, tenían prevista una inversión que ya era muy fuerte y no estaban dispuestos a gastar más dinero. Y en tercer lugar, estaban muy preocupados por cumplir los plazos de las obras, pues el AVE debía estar listo para la Expo 92. Estos tres puntos fueron muy difíciles de negociar, pues de entrada estaban cerrados en banda. Para ellos parar en Ciudad Real suponía numerosos problemas y ninguna ventaja. Por eso fue una lucha muy larga y constante para hacerlos cambiar, muy poco a poco, de opinión. Al final conseguimos que el ministro se desplazase hasta Ciudad Real donde firmamos el convenio para que el AVE parase aquí y en Puertollano. Fue en septiembre de 1989 y en 1992 el AVE paraba en Ciudad Real.

Pero en Ciudad Real no lo tuvimos más fácil. Nos encontramos con sectores sociales, fundamentalmente dirigentes políticos de la derecha, que argumentaban que el proyecto era imposible y que no era sino una artimaña mía para embaucar a la ciudadanía. Esta postura de oposición era tan radical que cuando ya estábamos construyendo la nueva estación, en el año 1991, todavía afirmaban con rotundidad que el AVE nunca pararía en Ciudad Real. También el sector del Comercio se oponía, al principio, por considerar que todos nos íbamos a ir a comprar a Madrid. Yo insistía en que sería al contrario, que supondría una mejora para el Comercio. Quien sí dio un apoyo muy claro y fuerte desde el principio fue la Universidad pues, como se ha demostrado después, supuso un flujo importante de catedráticos, profesores y en general personas del sector de la Enseñanza que se desplazan diariamente desde Madrid.

P.- ¿Cuál fue el punto clave que hizo que en Madrid aceptasen su propuesta y cambiasen sus planes?

R.- No fue un punto, sino un proceso. Poco a poco, gracias a mis innumerables visitas, fui cogiendo auténtica amistad con los responsables de Renfe, especialmente con Manuel Pérez Beato y José Luis Villa. Y poco a poco llegué a convencerles de que Ciudad Real no sería una carga para el proyecto, sino que le beneficiaría. Además, me ofrecí a ayudarlos en todo lo posible con los procesos de expropiaciones que conllevaba el cambio de proyecto, además de convencer a todos los colectivos de las ventajas del nuevo proyecto ferroviario. Pues no debemos olvidar que en aquellos momentos los únicos que querían el AVE en España eran los catalanes, a quienes no se lo dieron, mientras que los afectados directamente no hacían sino poner obstáculos. Y yo me comprometía, precisamente, a eliminar esos obstáculos. Me convertí en un colaborador suyo.

Pero es verdad que había que dar un paso más y ese era llegar al ministro, entonces el socialista José Barrionuevo. En aquel momento el Gobierno de Madrid era del PSOE, al igual que el de Castilla-La Mancha, con Bono, y la Diputación Provincial con Francisco Ureña. No debemos olvidar que yo era un alcalde “independiente”, estaba solo. Pero a mí me unía una buena relación con José María Barreda, así que le cuento a este cómo se encuentra el tema ya que, hasta el momento, la Junta no había tomado ninguna iniciativa al respecto, y le digo que necesito su colaboración para explicarle a Bono el proyecto. Barreda lo entendió muy pronto y me apoyó desde el primer momento, me llevó hasta Bono que al principio no estaba mucho por la labor, pero al final también lo convencí y me llevaron hasta el ministro, al cual también terminé convenciendo en una entrevista muy larga e intensa, ante un José Barrionuevo muy receptivo. La frase que al final le convenció fue la siguiente: “Ministro, en tus manos está que Ciudad Real siga siendo un pueblo de por vida, o que entre en el futuro”.

P.- Bien, ya tenemos el AVE en Ciudad Real. Pero de pronto eso ya no basta y, pocos meses después, nacen las lanzaderas. ¿Por qué y para qué?

R.- Ya he indicado que Renfe, en principio, despreciaba el valor de los viajeros que podía aportar Ciudad Real, pero cuando acaba la Expo de Sevilla se da cuenta de la gran infraestructura creada y la inversión realizada que tenía que amortizarse en el futuro. Cuenta con 24 trenes AVE que durante la Expo se han llenado siempre pero que cuando termina no es así. Tanto Escolástico González, gerente del AVE en Ciudad Real, como yo mismo, nos damos cuenta de que los trenes llevan muchos pasajeros en el tramo de ida y vuelta Madrid-Ciudad Real-Puertollano, pero no hacia Sevilla. De hecho, faltaban plazas hasta Ciudad Real y Puertollano. Algo que, al principio, ni Renfe se daba cuenta. Una vez más Escolástico y yo visitamos Madrid y les hacemos ver la necesidad de poner trenes directos Madrid-C.R.-Puertollano. Son las lanzaderas, que empiezan a funcionar el 18 de octubre de 1992. Primero el servicio se hace con los trenes del AVE y en 2005 con trenes especiales, Avant de media distancia, ya que los AVE han empezado a circular por otras líneas que mientras tanto se han ido construyendo en el resto de España. En este momento hay 22 trenes con un total de 5.000 plazas diarias para nuestro servicio.

Y esta es, muy resumida, la historia del AVE en Ciudad Real.

Texto y foto: Ayer&hoy