Máximo exponente en Ciudad Real, durante 35 años, de una oferta gastronómica única, del trabajo bien hecho en alojamiento y restauración de grandes eventos

Como el agua, que tocara Paco de Lucía, ha ido fluyendo el paso de una vida exitosa en la hostelería para José Crespo García. Su trayectoria profesional ha transcurrido en paralelo a la personal: 35 años cumple Casa Pepe, los mismos que la familia compartida con Jose Rodero, su alma gemela, con sus hijos Pilar, Beatriz y Pepe, y con la dicha de una tercera generación recién llegada al mundo.

El hotel-restaurante Casa Pepe ha sido casi como otro hijo más, mimado y alimentado para que aquel bar de carretera de 150 metros cuadrados abierto en febrero de 1986 creciera y se convirtiera en lo que es hoy, un gran destino hotelero, gastronómico y de eventos con más de 3.500 metros cuadrados, por donde han pasado políticos, artistas, toreros, chefs, cantantes de toda España, y miles de clientes, tan importantes los unos como los otros. Este quijote y un poco sancho, por aquello de que nuestro escudero universal tenía mejor hechura y conocimiento con las viandas que nuestro insigne hidalgo, ha sabido conquistar territorios y paladares con una receta sencilla: calidad en el plato, en el servicio y en el trato; buen hacer en fogones y autoexigencia máxima aderezado con un poco de suerte y trabajo a tutiplén.

Izq.: Pepe y su mujer, Jose, con la reina Doña Sofía en la visita que hizo ésta al Banco de Alimentos de Ciudad Real. Dcha.: Inauguración del hotel, en 1998, con Víctor Puerto cortando la cinta.

Oriundo de Membrilla de familia de agricultores, Pepe aprendió el oficio de la hostelería detrás de la barra desde bien joven, teniendo un cariño especial hacia su amigo, antes jefe, Dionisio Pérez Rubio. En la Navidad de 1985 la suerte se le puso de cara, se gestaba Casa Pepe, gracias a la mediación de su suegro. Tras sus nupcias el 21 de diciembre, el día 25 regresaban a Ciudad Real para conversar con Bonifacio Gómez Castilla, propietario de un bar y terreno en Carrión, en un cruce de caminos en el kilómetro 317 de la N-430, cerrando un acuerdo de alquiler, vivienda incluida, de 80.000 pesetas, “ahora no me parece que fuera ni caro”, comenta Pepe.

Con la adquisición en 1987 del bar en propiedad, se consolida la creación de un proyecto más ambicioso. La carretera, “funcionaba muy bien a diario pero no los fines de semana”, por lo que “conquistamos Ciudad Real, incorporando una cocina más innovadora, de producto, con más personal”, apunta Pepe. Su mujer resume muy bien esos años: “La constancia, el esfuerzo, el cariño de los clientes y las críticas constructivas nos hicieron crecer sin darnos apenas cuenta”. Casa Pepe seguía ganando clientela, lo que propició más espacios y mejoras: nuevo comedor -con el que llegaron las primeras cartas-, una gran reforma en 1992 y la inauguración del hotel en 1998. Las inquietudes profesionales no se quedaron ahí, ya que no contaban con la infraestructura necesaria para ofrecer grandes eventos aunque sí terrenos. Así, en 1999 estrenaron sus flamantes salones PIBE y en 2008 la sala Calatrava, dos espacios vanguardistas –tanto que hoy en día siguen siéndolo-, obra de Javier Bernalte. En ellos se han celebrado festivales flamencos, tertulias taurinas, nocheviejas, entregas de premios, congresos, cenas de empresa, familiares, y por supuesto bodas, bautizos y comuniones, “aquí ha venido José Mercé, debutó el guitarrista Ricardo Fernández del Moral con José de la Tomasa, han pasado cantantes como Alejandro Sanz, toreros como Enrique Ponce, El Juli…, o chefs como Pepe Rodríguez e incluso Aznar estuvo antes de ser presidente, sin olvidar grandes bodas de amigos como los diestros Víctor Puerto, Aníbal Ruiz o el fotógrafo Manuel del Moral”, rememora el propietario.

Izq.: Fachada principal del primer bar en el año 1986. Centro: Vista aérea del complejo hostelero en la actualidad. Dcha.: Pepe y su mujer, Jose, con Pepe Rodríguez, chef de El Bohío y cocinero presentador de MasterChef. 

Ese éxito alcanzado se plasmó en 2011 en una gran fiesta de 25 aniversario a la vez que el matrimonio propietario celebraba sus bodas de plata, “las décadas del 2000 y 2010 seguíamos funcionando muy bien, es un orgullo tener clientes de cuando empezamos y otros nuevos que se van adhiriendo, seguimos conquistando y gustando a la gente, nuestra filosofía de trabajo pasa por hacer las cosas siempre un poco mejor que ayer y, como en el teatro, todo está sujeto a un guión establecido aunque cada día es diferente, tengo la fortuna de no aburrirme”, subraya Pepe.
El centro neurálgico de Casa Pepe es su cocina, guiada por buenos maestros de cocina, donde se ha visto una evolución enorme desde 1986 a nuestros días. Lo que ha permanecido es la calidad, en la materia prima, en el servicio, en el entorno y en la tecnología aplicada, “todo debe conjugarse, no se puede servir un gran producto si no tienes una bonita vajilla, un entorno acogedor y un cocinero experto que use las técnicas adecuadas”, explica Pepe, que confiesa ser el principal crítico de su restaurante, “hay platos que devuelvo a cocina si no están como a mí me gusta”. Su afición a la gastronomía y sus grandes dosis de curiosidad le han ayudado a mejorar y a seguir creciendo con otra línea de negocio: catering Cervantes. A todo su negocio se suma su cargo al frente de la patronal de hostelería y turismo de la provincia y de la región.

El equipo humano de Casa Pepe también ha sido y es muy importante. Con una plantilla estable de 24 a 26 trabajadores, la mayor actividad o temporadas han obligado a movilizar en momentos puntuales hasta 90 personas.

Los tiempos actuales de pandemia por la COVID-19 no han sido fáciles para Casa Pepe al igual que para muchos negocios de la hostelería y de otros sectores de España, aunque la ilusión, las ganas de mejora y el esfuerzo hacen que continúen como hace 35 años, al pie del cañón e intentando ofrecer lo mejor de su casa cada día. Desde hace unos años, Casa Pepe tiene una hermana: la antigua bodega de Los Llanos en Valdepeñas. “Me enamoré de ella en cuanto la vi, es una joya arquitectónica y mi sueño era montar un bar en una bodega, pero esto va más allá, su nave de tinajas es de las mayores de La Mancha y la cueva es la más grande del país excavada a mano. Si no la han visitado, animo a los lectores de Ayer&hoy a degustar nuestros platos en este espacio maravilloso de singular historia”, concluye.

Equipo de Casa Pepe.

Texto: Oliva Carretero
Fotos: Casa Pepe