Después de casi cuatro décadas al frente de la dirección del Centro de Mayores de La Solana, Juana Almarcha abandona su despacho por jubilación. Concluye una etapa laboral que no fue sencilla al principio, por el mero hecho de ser mujer y se va con el deber cumplido, según ha confesado a la prensa local. En este tiempo, ha visto cómo ha cambiado la sociedad y cómo se han ido consolidando los derechos de las personas mayores especialmente.
“Me llevo la satisfacción de haber estado con mucha gente, haber sido medianamente responsable en mi trabajo y creo que he cumplido con los proyectos que tenía”, argumentó a los medios en su último día en activo. En una amplia entrevista, destacó los significativos cambios sociales que ha experimentado directamente desde su parcela. “He visto cómo eran los incipientes servicios sociales de entonces hasta convertirse en un entramado de apoyo a las personas mayores bastante consolidado, y cómo se han incrementado los derechos sociales”. Reconoce que esos logros han sido fruto de un largo camino y del esfuerzo de mucha gente.
Confiesa que tuvo unos inicios duros en el cargo y que le costó asentarse en una sociedad machista. “No fue fácil, no tenía ni baño para mí, y lo peor era la no aceptación de que una mujer tuviera que tomar decisiones”. Más de una vez escuchó la frase de ‘Vete a casa a zurcir calcetines’, pero coser no era lo suyo, como contestaba a los que la increpaban. Poco a poco, se fue ganando el respeto con mucho esfuerzo. “Se puede estar en un mundo de hombres cuando explicas, argumentas y te empoderas, pero nos cuesta mucho más que a ellos”, apostilló.
Asegura que los Centros de Mayores son recursos sociales importantísimos y están llenos de proyectos de vida con todas las actividades que se ofertan. “Ha cambiado la forma de estar en los centros y la respuesta a lo que interesa es mucho mayor”. El paradigma de envejecimiento activo tiene ahora un gran valor específico, muy distinto al de hace cuarenta años, según indica. También destacó el papel de los abuelos y abuelas en la sociedad actual.
En el lado positivo, se queda con la incorporación de las mujeres a la participación social y con los buenos compañeros de trabajo que ha tenido, así como muchas personas que han pasado por los distintos consejos. Dentro de las situaciones más complicadas, recuerda el hundimiento de la pared del Centro de Mayores. “Fue un momento duro y el que más me asustó en mi trayectoria, pero por fortuna, sólo hubo un herido leve”. La pandemia fue otro episodio delicado y angustioso, según señaló.
Juana Almarcha comienza ahora un nuevo ciclo vital en el que podrá dedicar más tiempo a su familia y a ella misma, como declaró a la prensa. Llegado este tiempo, ahora podrá volver a su Centro de Mayores cada día, pero no como trabajadora, sino como usuaria.