La Alberca es un municipio de la provincia de Salamanca que se integra dentro de la comarca de la Sierra de Francia. En 1940 el pueblo se convirtió en Monumento Histórico-Artístico facilitando la conservación del casco urbano. Fue el primer municipio español que consiguió tal distinción.


Los primeros vestigios de la historia de La Alberca hay que buscarlos en la prehistoria, cuya huella permanece en las pinturas rupestres de la época del neolítico en numerosos canchales y riscos de los valles que rodean a La Alberca: Lera y Las Batuecas.
Al final de la Edad Media destaca un hecho de importancia capital para la zona: el hallazgo de la imagen de la Virgen de la Peña de Francia (1434), que convirtió el santuario construido posteriormente en un lugar de peregrinación.


Si recorres sosegadamente las calles y plazas de La Alberca, te irás encontrando con atractivos rincones y perspectivas, en los que resalta una arquitectura popular levantada a base de piedras y geométricos entramados de madera. Destacan los dinteles cincelados con fechas de fundación de las casas, con inscripciones, signos y anagramas religiosos, que quieren ser profesión visible de fe. Cada una de las plantas superiores va sobresaliendo sobre la inferior, hasta llegar casi a tocarse los aleros de los tejados de las casas que se hallan frente a frente, lo que hace que en las calles se produzca un curioso juego de luces y sombras. Se ha dicho que la estructura urbana de La Alberca es la de una judería, por lo intrincado, laberíntico y secreto de sus calles. Pero tampoco han faltado quienes, al recorrer el pueblo, lo han asociado con los arrabales de Damasco.


Durante el 15 de agosto se celebra el Ofertorio, fiesta por excelencia en honor a la Virgen de la Asunción, llena de esplendor barroco y donde se pueden ver los coloridos trajes regionales y el folclore típico. El día siguiente se representa La Loa, una comedia popular que mezcla elementos religiosos y profanos. Estas fiestas están declaradas de Interes Turístico Nacional. A destacar también la Calbochada, celebrada en noviembre, que consiste en asar castañas en la plaza del pueblo mientras se muestra el folclore de la zona.


La Alberca cuenta con sobrados productos naturales que junto con los del campo charro hacen de la comida tradicional y popular, una de las más ricas, sabrosas y variadas de la península. Las carnes son uno de sus platos fuertes, con numerosas especies ganaderas de vacuno, caprino, ovino y porcino. “Cabrito Cuchifrito” y asado típicamente serrano que hacen las delicias de quien lo degusta.


Desde el mismo momento que nuestros pies pisan las piedras de La Alberca, podremos visionar a través de nuestros ojos toda su esencia, transportándonos a través del tiempo a lugares y épocas de leyenda. Todo se puede resumir en una sola palabra “Medieval”.

El marrano de San Antón

La Alberca tiene la tradición de tener un cerdo suelto por las calles del pueblo. El cerdo, llamado “marrano de San Antón”, es bendecido el 13 de junio, festividad de San Antonio de Padua, y liberado por las calles del pueblo, permaneciendo suelto hasta el 17 de enero, Día de San Antón, donde el cerdo es rifado ante las puertas de la iglesia. Esta rifa se ha convertido en una verdadera fiesta gastronómica en la que participa prácticamente todo el pueblo. Folclore, degustaciones de productos del cerdo o exhibición de juegos, entre otras actividades, forman parte de esta fiesta, donde los beneficios van destinados a la cofradía de San Antón. Durante el tiempo que el cerdo vaga libremente por el pueblo, los encargados de alimentarlo son los propios vecinos, e incluso en muchas ocasiones también le dan cobijo. El marrano de San Antón fue institucionalizado en La Alberca por los judíos conversos, para demostrar que eran cristianos, ante la amenaza que a ellos les suponía La Inquisición. A principios del siglo XVI, los judíos engordaban un cerdo desde junio hasta enero y los productos de la matanza del cebón se los donaban a la parroquia de La Alberca. Desde entonces, la tradición nunca se ha perdido y tanta es su proyección que en la Plaza del Solano Cimero el marrano tiene su propia escultura en piedra granítica.