Tras nuestra visita, el pasado mes, a Segovia no sería lógico abandonar estas tierras castellanas sin visitar La Granja de San Ildefonso, población situada a los pies del Peñalara y rodeada de grandes pinares, poseedora de un gran legado arquitectónico e histórico en el que se incluye el Palacio Real y sus Jardines, pero también su Colegiata, la Casa de los Oficios, los Canónigos, la Casa de los Infantes o el Cuartel de Guardias de Corps. Sin olvidar la importancia industrial y artesanal de la Real Fábrica de Cristal, con su Fundación Tecnológica del Vidrio.

El origen de este enclave se debe al rey Enrique IV y su afición a la caza. Fue él quien en 1450 construyó en dicho lugar un albergue y una ermita dedicada a San Ildefonso, terrenos que fueron donados unos años más tarde por los Reyes Católicos a los Monjes Jerónimos de El Parral de Segovia. Los monjes construyeron una hospedería y una granja, que es la que dio nombre a la localidad. El lugar atrajo a Felipe V, quien empezó a levantar a principios del s. XVIII un Palacio Real con sus propios jardines, muy típico de la realeza europea de la época, finalizándose las obras durante el reinado de Carlos III.

La Granja de San Ildefonso es, ante todo, un “Real Sitio” declarado conjunto Histórico Monumental, siendo una de las mejores muestras del esplendor monárquico del siglo XVIII.

Situada a unos 80 kilómetros de Madrid y tan sólo a 10 kilómetros de Segovia, esta localidad presume de un rico entorno natural y un importante patrimonio cultural. Felipe V, primer rey Borbón de España, adquirió el sitio como un lugar modesto de descanso pero posteriormente amplió el palacio para albergar a toda la corte. Obra de arquitectos afamados –Ardemans, Procaccini y Juvarra– hace gala de la suntuosidad típica del barroco. Anexada al Palacio se halla la Real Colegiata de la Santísima Trinidad, antigua capilla del Real Sitio.

El Palacio Real de La Granja de San Ildefonso recuerda al esplendor de Versalles y no sólo por el ornato de sus salas, sino por la importancia de sus fuentes, esculturas y jardines, diseñados por Carlier, discípulo del arquitecto de Luis XIV. Un espacio con más de 146 hectáreas entre bosques y zonas ajardinadas, 26 fuentes monumentales, un laberinto de estilo francés, y un enorme estanque de agua –“El mar”–, que abastece las fuentes de los jardines.

Las fuentes están en funcionamiento de abril a mediados de octubre, aunque sólo durante tres días al año están todas operativas en los meses de mayo, julio y agosto.

También ostenta el título de “real” una factoría, la Real Fábrica de Cristales de la Granja, reconstruida por Carlos III en 1770 tras un incendio en la anterior. Adentrarse en ella permite conocer las técnicas de fabricación de vidrio de hace dos siglos, los procesos de soplado y moldeado, la maquinaria… e incluso presenciar el actual trabajo de producción de vidrio, donde se emplean las mismas técnicas que en su época dorada.

Y no se puede abandonar La Granja sin degustar su plato más típico: los judiones. Tan característico de la localidad que durante sus fiestas, el 25 de agosto, se celebra una gran judiada popular.

 

Recomendación: Fuentes versallescas

Entre bosques y zonas ajardinadas, se construyeron 26 fuentes monumentales alimentadas por un sofisticado sistema de tuberías de 13 kilómetros de hierro fundido que garantizaba su perfecto funcionamiento y un gran estanque bautizado como el Mar con capacidad para 216.000 m3 de agua -además de otros de pequeñas dimensiones-; se instalaron esculturas de mármol inspiradas en la mitología clásica, y se creó un laberinto de estilo francés -abierto de nuevo al público desde los años 90 del siglo pasado-. Trescientos años más tarde, las fuentes siguen funcionando de abril a mediados de octubre, en un horario previamente establecido. A diferencia del pasado, sólo lo hacen todas ellas de forma simultánea tres días al año: el 30 de mayo, el 25 de julio y el 25 de agosto, coincidiendo con las festividades de San Fernando, Santiago y San Luis, respectivamente, ya que el consumo hídrico es tal que resulta insostenible.