CamareroNo han sido nunca novedad las comidas y cenas de empresa en la Navidad, aunque proliferaron como setas en los años de las vacas gordas. Hace sólo ocho años (la crisis acaba de cumplir seis) no había empresa, asociación de amigos, o grupo de vecinos que no tuviese su comida o cena de Navidad. Las cosas ya no se viven así. Ni se va tanto de comida ni se pagan los precios que se pagaban. En este momento la gente no puede gastarse el dinero de la forma alegre en que lo hacía hace ocho o diez años. Sin embargo la inercia se sigue. Si la empresa no ofrece la clásica comida de Navidad los trabajadores se unen para celebrarla. Pero de forma más modesta. Y a ello contribuyen los restaurantes elaborando menús muy ajustados, de entre 25 y 35 euros. Con ellos se puede celebrar estas fiestas de una forma bastante aceptable. Y por supuesto, quien desea gastarse más dinero las ofertas y posibilidades siguen existiendo. “Hemos optado por este camino de ajustar precios porque así damos más oportunidades a la gente tanto para celebrar comidas como cenas”, comenta la gerencia de un hotel ciudadrealeño quien se prepara para enfrentarse a unas fechas que pueden salvar las cuentas del año.

“Lo primero que hacemos es crear un ambiente navideño, divertido, con colores y luces. Tenemos un árbol que llama mucho la atención y decoramos con velitas. Incluso estamos introduciendo flores naturales. Son días de mucho trabajo, un trabajo que nos vuelve locos pero que desearíamos que nos volviese más locos todavía. Hemos tenido tiempos muy buenos, de auténtica locura”, nos comenta mientras añora tiempos que difícilmente volverán.

“Hay dos o tres días claves que se enmarcan en sólo tres semanas, y es en estos tres días cuando todos quieren celebrar la comida de Navidad. Pero para nosotros es una locura muy divertida. Es verdad que las reservas se hacen con anticipación y se puede ir organizando, pero a veces, como está ocurriendo este año, la gente se va retrasando y nos sabes con cuánta gente vas a tener que contar. Ya el año pasado se notó este retraso. Posiblemente, al haber menos comidas de empresa y más de trabajadores, estos tardan más en decidirse y ponerse de acuerdo. Lo que hemos notado es que hay más peticiones de cócteles, que son más económicos, aunque mucho más laboriosos para el funcionamiento interno del Hotel”.

Una gran ventaja para el sector de la restauración es contar con trabajadores jóvenes, con capacidad física de aguante y que disfruten con el trabajo. “Todos estamos esos días como locos, pero muy contentos. No nos da ningún miedo trabajar mucho y agobiarnos. Al contrario, nos agobia cuando estamos a medio gas porque no hay trabajo. Contamos con apoyos extras, dependiendo del trabajo del día, pero son personas de la casa, que las llamamos siempre que necesitamos refuerzos”. El día de Nochebuena los restaurantes suelen tener muy poco trabajo, Apenas se sirven cenas, casi todas ellas familiares, y sobre las once de la noche se cierra. En los hoteles se queda una persona de guardia, generalmente el recepcionista. El resto de los trabajadores pasa esa noche en familia. “En la Nochevieja ya es otra cosa.

Antes preparábamos menús especiales, ya que la gente quiere pasar la noche fuera de casa. Pero ahora ya quieren divertirse sin gastarse mucho. Así llegó un momento en el que los gastos, sobre todo de personal, se disparaban, así que hemos decidido hacer un cotillón, lo que ha resultado muy bien en los últimos años”.

Pero ¿cómo asume el personal de este sector el tener que trabajar en días que son fiesta para todos? “Asumen que su trabajo es así y lo desempeñan con todo el entusiasmo del mundo. Incluso se ganan sus extras. Además un hotel necesita personal las 24 horas del día. Por eso hacemos turnos para que no siempre le toquen los días fuertes a los mismos”, termina afirmando la gerencia que añora “aquellas Navidades de antes”.