Pero ¿Soria merece la pena? Naturalmente. Soria es una de las provincias del interior de España que esconden un tesoro tras otro. Y cuando crees que ya lo has descubierto todo te vuelve a sorprender de nuevo. Teniendo como punto de partida su patrimonio cultural y natural es uno de los lugares más injustamente desconocidos de España. Veamos unos pequeños apuntes sobre la capital, centrándonos, sobre todo, en sus grandes tesoros del arte románico. Y es que el románico soriano es sin duda el mayor atractivo de la ciudad. Para comenzar a descubrirlo es imprescindible pararnos en la pequeña iglesia de San Juan de Rabanera, declarada Bien de Interés Cultural, de finales del siglo XII de estilo románico tardío. La entrada principal cuenta con un arco de medio punto y cuatro pilares con capiteles de escenas de la vida de Cristo. Continuaremos con la iglesia de Santo Domingo, una de las joyas del románico español. Se cree que data de finales del siglo XII, aunque poco queda de la iglesia original más allá de la torre. Lo que más destaca es su impresionante rosetón de la fachada. La portada principal es conocida como la Biblia de Piedra por representar sus arquivoltas parte de la historia sagrada.

Imprescindible en el románico soriano son los Arcos de San Juan de Duero. Se encuentra al otro lado del río Duero, a las afueras de la capital. Aquí encontramos las ruinas de un antiguo monasterio fundado en el siglo XII por los monjes Hospitalarios de la Orden de San Juan de Jerusalén. La iglesia es muy sencilla y lo que queda de su claustro es un lugar único. Aquí pueden verse desde el románico a influencias árabes y bizantinas. Además este antiguo monasterio se encuentra a los pies del Monte de las Ánimas, el afamado monte de las leyendas de Bécquer.

Seguimos de ruta por el románico soriano y ahora le toca el turno a su catedral. La concatedral de San Pedro se cree que se empezó a construir a principios del siglo XII bajo el estilo románico, aunque durante su reconstrucción adquirió tintes góticos tomando como referencia la Colegiata soriana de Berlanga de Duero. Lo que más destaca es su claustro, una auténtica joya de mediados del siglo XII. Cuenta con un patio románico, una portada de acceso con arco de medio punto y capiteles únicos. La entrada a la iglesia es gratuita, pero al claustro es de pago.

Finalmente regresaremos a la plaza Mayor, el centro neurálgico de la ciudad, con ese toque especial de todas las plazas castellanas con grandes pórticos y soportales, en la que también se encuentran varios monumentos importantes como la iglesia Mayor donde se casó Machado con Leonor y donde cinco años después de la boda se celebró el funeral de la novia.

 

Ruta literaria y, también, gastronómica

Soria está muy ligada a la literatura española. Han sido muchos los escritores importantes que sintieron el flechazo por Soria, entre ellos Antonio Machado, Gerardo Diego o Gustavo Adolfo Bécquer y sus leyendas sorianas. Por ejemplo, el poeta sevillano Machado llegó a Soria por trabajo y se enamoró de la ciudad castellana y de Leonor, claro. Allí escribió “Campos de Castilla”. En el centro de la ciudad todavía se encuentra el instituto de secundaria en el que él trabajó y que actualmente lleva su nombre. Curiosamente, 14 años después, llegó a este mismo instituto el poeta de la generación del 27 Gerardo Diego, que escribió varios libros sobre la región, entre ellos “Soria Sucedida”. Hoy Gerardo Diego sigue muy presente en la ciudad y uno puede sentarse a tomar un café junto a su estatua en la calle Collado. Y ya que hablamos de tomar algo no podemos abandonar la ciudad sin comprar una costrada, unas brevas de nata o mantequilla dulce en la Pastelería Nueva York, todo un icono de la ciudad, en la calle Collado, una de las calles principales de la ciudad. Pero si hay algo soriano casi más internacional que Fermín Cacho es el torrezno. Esta panceta de cerdo adobada y frita es quizás el plato más típico de Soria. No siempre se tiene la oportunidad de comer algo tan rico.