Cuarenta y cinco años de experiencia en el sector de la reparación de vehículos y de asistencia en carretera

Talleres y Grúas Arroyo de Manzanares comenzó su andadura en el año 1978 -cuarenta y cinco años ni más ni menos-, dedicada al sector de la reparación de toda clase de vehículos y, desde hace casi treinta años, incorporando también el servicio de grúas y asistencia en carretera. Una empresa que desde sus inicios ha invertido constantemente en maquinaria y recursos para ofrecer a sus clientes el mejor servicio.


José Arroyo González-Nicolás junto a su esposa, María Dolores Callejas Moraleda, fueron los artífices de que esta empresa se pusiera en marcha, no sin dificultades, que las hubo.


José Arroyo comenzó a una temprana edad a trabajar en el campo con su padre, pero la verdad, no le apasionaba mucho ir a trabajar al campo. Lo que a él verdaderamente le gustaba era “enredar” con unas cosas y con otras, pero, sobre todo, le encantaba la mecánica y quería ser mecánico de vehículos.

Izq.: Inauguración de las nuevas instalaciones en el Polígono Industrial en el año 1999. Centro: El fundador José Arroyo
González-Nicolás, que comenzó su andadura en 1978. Dcha.: Unos jovencísimos Julián y José María que ya apuntaban maneras
enfundados en el mono de trabajo y con la caja de herramientas

Tras pasar por el campo, José trabajó en varias empresas de Manzanares como Horcisa, Vinícola de Castilla, Abrego… en las tareas de mecánica y mantenimiento, siendo la ilusión de José tener algún día su propio taller al lado de la carretera. Era su sueño, pero la economía no lo permitía.


Sin embargo, sí que José y su mujer María Dolores pudieron costearse la compra de una pequeña parcela de unos 250 m2 en la calle San Miguel -en el barrio de la Divina Pastora de Manzanares- justo enfrente de la casa donde vivían junto a los padres de María Dolores. El padre de esta, Don Julián Callejas, les echo una mano tanto económicamente como a la hora de poner los cimientos de lo que sería la puesta en marcha de este primer taller.


A José no le asustaba ningún tipo de vehículo, por lo que, ya fuese un coche, una furgoneta, un camión o un tractor, lo arreglaba todo. El negocio comenzó a ir bien, empezó a ganarse una clientela y, trascurridos unos 3 o 4 años, sobre 1982, tras invertir en maquinaria y tener un volumen bastante alto de trabajo, el taller comenzó a quedarse pequeño, por lo que, adquirieron otra pequeña parcela al lado del taller.


Esta segunda parcela para construir la ampliación del taller fue levantada por ellos mismos, entre José, María Dolores -embarazada incluso de su segundo hijo, Julián- y el padre de María Dolores que siempre les ayudó en todo lo que les hacia falta.

José y María Dolores tuvieron dos hijos, el mayor, José María, y el pequeño, el mencionado anteriormente, Julián. Tanto el primero como el segundo comenzaron desde muy jóvenes a echar una mano a su padre en el taller por las tardes aprendiendo el oficio a la vez que seguían estudiando por las mañanas. Ambos estudiaron su correspondiente Formación Profesional de Grado Superior, el mayor en mecánica, y el pequeño en administración.


José María, tras finalizar el servicio militar, se incorporó por completo al taller, como así sucedería años después con Julián. Asimismo, ambos, a base de seguir estudiando mientras lo compaginaban con el trabajo, obtuvieron los diferentes permisos para conducir toda clase de vehículos, ya que, sobre todo a José María, le apasionaba todo lo relacionado con las grúas, viendo la posibilidad de incorporar el servicio de grúas a su negocio, como así hicieron, y siendo Mapfre la primera aseguradora con la que comenzaron a trabajar.

Izq.: José Arroyo González-Nicolás -en el centro-, junto a sus hijos, Julián (izquierda) y José María en las oficinas del taller. Dcha.: Remolcando un camión con una de sus grúas


En la década de los 90, José Arroyo vio la posibilidad de poder trasladarse a donde siempre había soñado, al lado de la carretera. Es entonces cuando, decide invertir los ahorros en comprar una parcela de unos 2.300 m2 en el Polígono Industrial de Manzanares, en la calle Labradores, junto a la Autovía de Andalucía.


Pero no fue tarea fácil, ya que, por aquel entonces, había algunos impedimentos burocráticos para construir en esa parte del polígono, aunque finalmente se subsanaron y tanto él, como otras empresas, pudieron construir sin problema.


Los primeros cimientos de esta nueva nave también los hizo el padre de María Dolores, que como señalábamos anteriormente, siempre estuvo para ayudar en lo que hiciese falta a su hija y a su yerno, pero que lamentablemente murió un tiempo antes de poder ver finalizada la obra y la inauguración del nuevo taller.


En el año 1999 se inauguraron estas nuevas instalaciones, y por fin, José Arroyo, pudo ver cumplido su sueño, el de tener un taller al lado de la carretera. Lo que nos hace ver que, con trabajo, con sacrificio y con constancia -algo que diariamente ha tenido esta familia-, se pueden alcanzar los sueños e ilusiones que nos proponemos.


Unos cuatro o cinco años después de inaugurar las nuevas instalaciones, José, debido a un problema de movilidad en sus rodillas, tuvo que prejubilarse a los 62 años. Si bien es cierto, ese problema no le impediría el seguir yendo al taller para seguir echándole una mano a sus hijos, de hecho, aún sigue haciéndolo, aunque no sea físicamente.

Izq.: Dos grúas frente a la fachada del taller de la calle San Miguel. Dcha.: Flota de vehículos de Talleres Arroyo en la década de los 2000 en las nuevas instalaciones del Polígono Industrial.

Y sigue haciéndolo porque, tanto para José como para María Dolores, el pequeño negocio que montaron allá por el año 1978 es como un hijo más, porque le dieron la vida y lo han visto crecer. No existían ni los sábados, ni los domingos ni los días festivos. Porque levantar un negocio desde cero no es tarea fácil y hay que trabajar día tras día para seguir en pie, gracias también a su clientela, la cual han cuidado con mimo desde el minuto uno. Un esfuerzo que se ha visto reflejado en sus dos hijos, los cuales, siguen luchando cada día.


En la actualidad, Talleres y Grúas Arroyo, comandado por José María y Julián, cuenta con unas instalaciones de más de 8.000 m2 dotados con la mejor tecnología y con un equipo humano altamente especializado y cualificado en la reparación de todo tipo de vehículos, así como la venta de vehículos multimarca seminuevos y de ocasión, totalmente revisados y garantizados.


Asimismo, dispone de una gran flota de vehículos preparada para dar servicio de asistencia en carretera de cualquier eventualidad que pueda suceder; siniestros, vehículos pesados averiados, accidentes de tráfico tanto en vía urbana como en carreteras, autovías, etc., trabajando con las mejores compañías aseguradoras y los mejores asesores para que no tengan que preocuparse por sus vehículos y con servicio 24 horas.


Texto: Juan Diego García-Abadillo Fotos: Talleres y Grúas Arroyo