Los medios de comunicación están haciéndose eco de la grave crisis hídrica que estamos sufriendo tras cuatro años de precipitaciones por debajo de la media y por tanto aportaciones a los embalses e infiltración hacia los acuíferos subterráneos de escasa cuantía.
La agricultura y la ganadería, así como la industria asociada a ellas, prevén pérdidas millonarias y se podrían dar situaciones de cortes de suministro. Existe el riesgo de que algún sistema hídrico entre en situación de alerta y emergencia como ya está ocurriendo y podríamos hablar de desastre natural, provocado por la falta de lluvias.
Es preciso, sin embargo, cuestionar esta idea engañosa de desastre “natural” y de problema exclusivamente regional o nacional. El descenso de la pluviometría no es un fenómeno inesperado e inexplicable, sino una situación anunciada desde hace años, tanto para los países mediterráneos como para muchas otras regiones del planeta. De hecho, innumerables países están sufriendo en los últimos tiempos sequías excepcionales y/o lluvias torrenciales.
Es bien conocido el papel que las emisiones de gases de efecto invernadero están jugando sobre el cambio climático con las consiguientes alteraciones en el ciclo de lluvias y el aumento de la frecuencia e intensidad de los fenómenos atmosféricos extremos.
Sequias como las que estamos soportando en los últimos años no son una mera consecuencia de las emisiones de CO2 en el planeta sino también de otras acciones como la desforestación o los incendios que se han producido en los últimos meses y que inciden directamente sobre el régimen de lluvias y contribuyen de manera significativa sobre las perturbaciones del clima.
La falta de agua ocasionará graves problemas si no cambiamos nuestro modo de vida, orientado en muchos casos, a la obtención de beneficios individuales en un corto plazo de tiempo.
Hay que hacer una llamada para la defensa de este bien y buscar soluciones.
La agricultura es, con diferencia, el mayor consumidor de agua a nivel mundial, representando el 70% de las extracciones, cifra que varía considerablemente entre países.
La industria y la energía juntas representan el 20% de la demanda de agua, siendo mayor la proporción en los países más desarrollados.
El sector doméstico representa el 10% del uso total de agua; 750 millones de personas siguen sin tener acceso a una fuente mejorada de agua y 2.000 millones siguen sin acceso a unos servicios de saneamiento adecuados.
La máxima que nos debe guiar es la de “satisfacer las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer sus propias necesidades”. (Informe Brundtland de 1987).
La garantía de recurso hídrico es el objetivo principal de las inversiones en agua y es un factor de crecimiento y un requisito previo para la inversión empresarial.
El almacenamiento de agua es esencial, ya sea a través de enfoques a pequeña escala o la gestión de grandes embalses, y acuíferos subterráneos.
En este sentido hay que poner como ejemplo de regulación integral la que se dispone en la cuenca del Guadiana. La Confederación Hidrográfica del Guadiana viene trabajando para conseguir el mejor desarrollo a nivel social, económico y ambiental de su ámbito territorial mediante la planificación, construcción y explotación de las grandes infraestructuras hidráulicas que han sido imprescindibles para ello.
Además de los grandes embalses sobre el Guadiana y Zújar, se han construido otras infraestructuras como son la Tubería de Abastecimiento a la Llanura Manchega desde el Acueducto Tajo-Segura, el “Túnel de conexión Zújar-Orellana” o la regulación de los afluentes de la margen derecha, cuyos embalses se encuentran todos enhebrados por el Canal de las Dehesas y que tendrá su continuación con el “Canal de conexión Pizarroso-Alcollarín-Búrdalo.”
Esto permite una gestión integral de los recursos embalsados y una racional distribución de los mismos en función de las necesidades y con independencia de donde se encuentren almacenadas las reservas.
Para buscar soluciones a la falta de agua se necesita la cooperación de todos.
En este sentido, desde el pasado mes de octubre, la CHG vienen celebrando reuniones con distintos colectivos para hacer un análisis de la problemática y conocer las inquietudes de cada sector y así poder lograr un Pacto Nacional del Agua que pudiera satisfacer al mayor número de usuarios implicados. Aportaciones que se han trasladado al MAPAMA para englobarlas junto al resto de aportaciones de otras Demarcaciones Hidrográficas.
Esperemos que esto sea posible por el bien de todos los sectores implicados y sobre todo de los más desfavorecidos.