Arcángel Moreno Castilla, sacerdote y Delegado Diocesano de Liturgia

Siempre que se aproxima la Cuaresma, como reacción casi instintiva, se habla del Carnaval. Y con ello, en algunas mentes, de la oposición entre una fiesta pagana y un contexto religioso que cada vez lo es menos.

La Iglesia no tiene una postura frente al Carnaval. En otros tiempos era fácil recordar la dialéctica entre D. Carnal y Dña. Cuaresma como una forma de abordar el espíritu humano y sus tentaciones. Incluso ha habido épocas en las que el predominio religioso dejaba poco espacio a la exultante pasión con que se vivía el Carnaval. Los tiempos han cambiado. La Iglesia sigue celebrando la Cuaresma y los cristianos entienden y participan en la espiritualidad de esos días. Se celebra el Miércoles de Ceniza sin ningún tipo de problema o de imposición. Tenemos que recordar aquí que hablar de la Cuaresma es mirar a los primeros siglos de la historia de la Iglesia, cuando se estaba configurando este tiempo litúrgico y nada tiene que ver en ello el Carnaval. Por tanto, desde el punto de vista de la Iglesia, la Cuaresma supone un tiempo educativo y espiritual muy pensado y muy “rodado” en la tradición viva de la Iglesia.

El Carnaval, en este planteamiento, es tiempo de fiesta y exultación del espíritu humano. Con sus características y peculiaridades en cada pueblo. Participa quien quiere y acentúa con ello el sentido liberador de la fiesta. Nada tiene que decir sobre esto la Iglesia ni lo pretende. Es un asunto, que en el estado actual de nuestra sociedad, está bien delimitado.

Hoy la gente no vive con actitud problemática estas realidades. La libertad del individuo marca sus decisiones. El cristiano sabe que se acerca la cuaresma y buscará, en conciencia, vivir espiritualmente estos días. Y el Carnaval es disfrutado en el ámbito de libertad que le es propio. Está claro aquí, un tema bastante recurrente: la autonomía de las cosas temporales y las decisiones religiosas que un individuo puede vivir y expresar con toda libertad. Siempre en un ámbito social de respeto.