Habiendo desaparecido la prohibición sobre el carnaval, establecida por el anterior régimen, se retomó su celebración al comienzo de los años ochenta, creo concretamente, en 1982, propiciándose, por ley natural, la creación de peñas que tomaran el desarrollo del carnaval en la capital, peñas como El Dinosaurio, La Blusa, La Cuartilla, Garden, el Buen Vivir o Los Cabezones.
Para ello se instalaron aquellas carpas que, inicialmente, mantenían su estructura interna por presión de aire, y en las que se formaba niebla al final de la noche. Situada en los jardines del Torreón, conseguía ser centro de reunión para más de 3.000 personas durante once días, bajo una máscara que, cambiando su habitual aspecto, dejaba al disfrazado manifestar su desahogo y liberación personal.
Mi memoria mantiene con agrado el recuerdo de las convivencias desarrolladas entre las peñas en ese periodo, más o menos, hasta el año 2000.
Personalmente no entiendo los motivos que llevaron al/la responsable corporativa municipal correspondiente a tomar la decisión de desubicar la carpa de una zona que se suponía equidistante para su acceso, en el centro de la ciudad, para desplazarla al extrarradio, con el consiguiente deterioro del acceso y en contra de la voluntad de la mayoría de los ciudadanos. Si además se le aplica que la ubicación de la carpa sea itinerante, se agravan las consecuencias, como la disminución paulatina de la asistencia de la gente.
Según la historia local ya pasó lo mismo en el año1920. Esta falta de atención por parte de los ciudadanos es lo que lleva al Ayuntamiento, por “falta de rendimiento”, a optar a la desaparición de la Carpa.
Mientras, la juventud, cuyo ritmo y velocidad es otro, no encuentra en la capital oferta lúdica que sea capaz de crearles interés. Quizá, y aquí debemos incluirnos todos, peñas e instituciones, no hemos sido capaces de tener imaginación, o creatividad, o posibilitar su generación, para modificar la participación.
Sí la encontraron en Miguelturra, una ciudad cercana con una gran tradición de máscara callejera lo que propicia que, más que en Ciudad Real, el Carnaval se manifieste en la calle, al aire libre.
Analizando en el día de hoy nos encontramos con que las personas que formábamos las peñas somos, al menos, 25 años más viejos.
La juventud se incorpora muy lentamente a las peñas, lo que provoca que la actividad de la peña disminuya o que alguna peña desaparezca. Quizá, opino, el Ayuntamiento debiera involucrase más en la estructura y organización del carnaval, por la capacidad creativa y de apoyo que una institución de este tipo y estructura puede tener. No sólo el dinero resuelve.
No digo nada nuevo al señalar que la capacidad que una ciudad tiene para diferenciarse de otra, únicamente existe en sus gentes e instituciones. Si el colectivo de mayores cae en la desidia, y/o el colectivo de jóvenes no se une para trabajar con el fin de sentirse orgullosos de su ciudad, no se conseguirá nada.
En la actualidad la Federación de peñas “Alarcos” de Ciudad Real acoge a un colectivo de 11 Peñas: El Dinosaurio, El Cangilón, El Pilar, La Morería, El Botellín, María José Melero, Mazantini, Ntra. Sra. Del Prado, Sto. Tomás de Villanueva, Los Ke Faltaban, y Athl. de Bilbao, cuyos fundamentales objetivos estriban en el constante mantenimiento, en lo más alto y visible, del interés cultural y tradicional de nuestro pueblo. Evidentemente considero que su Ayuntamiento debe tomar cartas efectivas en el asunto.
Pese a todo estamos orgullosos de disponer, y ofrecer, el Domingo de Piñata, de un Desfile de Carrozas declarado de “Interés Turístico Regional”, en el que se otorgan sustanciosos premios. La concurrencia al mismo de hasta 60 carrozas, así lo certifica, y al que, evidentemente, estáis todos invitados.
Esperemos que con el cambio de los responsables municipales, se pueda revolucionar la movida carnavalera creando en jóvenes, y menos jóvenes, el interés de levantar a nuestra ciudad al lugar que se merece.
¡Viva el Carnaval!