El sol es fundamental para la vida. Entre sus efectos positivos para las personas están la producción de vitamina D, que interviene en múltiples procesos internos, entre otros la absorción de calcio para mantener nuestros huesos fuertes y sanos, y la mejora de nuestro estado de ánimo.
Sin embargo, también tiene efectos negativos para nuestra salud, tanto a corto plazo con quemaduras solares e inmunosupresión, como a largo plazo con envejecimiento prematuro y cáncer de piel.
La precaución básica que debemos tomar es protegernos y proteger a aquellos que tenemos a nuestro cargo.
En este sentido debemos recordar que los menores de seis meses no deben exponerse al sol y que no existen fotoprotectores adecuados ni indicados para esta edad. En los menores de 3 años, la exposición debe ser también muy limitada. Los fotoprotectores en la edad pediátrica deben ser fundamentalmente físicos (pantalla) y no químicos (absorben y transforman la energía). Además la protección debe complementarse con la limitación de la exposición, el uso de ropa incluyendo gorro y gafas solares. Hay que tener en cuenta en los niños las horas de patio y parque, así como el deporte al aire libre.
Por otro lado, hay que tener en cuenta el color de la piel a la hora de las recomendaciones. Existen 6 fototipos en relación con el color, desde los más blancos que se queman rápidamente, no se brocean y se descaman fácilmente, hasta los de piel negra. Los individuos de piel clara deben limitar en extremo la exposición solar.
Además, hay que señalar que múltiples medicamentos de uso frecuente pueden ser fotosensibilizantes, es decir, pueden producir reacciones tóxicas o alérgicas en relación con la exposición al sol, entre las que se encuentran diuréticos, antiinflamatorios y antibióticos entre otros. Asimismo, deben tener especial precaución aquellas personas con sus defensas disminuidas, por enfermedad o medicaciones inmunosupresoras.
Los meses del año con mayor índice de radiación solar en nuestro país son sobre todo junio, julio, y algo menos mayo y agosto, con las diferencias lógicas de norte y sur. Hay que recordar que las horas más peligrosas son las centrales del día. Lo más adecuado es limitar la exposición en esos meses y evitar la exposición en líneas generales entre las 12 y las 17 horas y atender a las informaciones de los medios sobre los índices diarios de radiación solar.
Se recomienda evitar las quemaduras solares, especialmente en los primeros años de vida, ya que nuestra piel tiene memoria, y es que entre otras cosas, dispone de unos mecanismos de reparación que se agotan con el tiempo, y el daño se va acumulando año tras año.
Por todo ello, es recomendable aplicar medidas de protección solar (ropa, horario y filtros solares) adecuadas a cada edad, tipo de piel (fototipo), estado de salud y posibles medicaciones, actividades laborales y de ocio, etc.
La aplicación de fotoprotectores de máxima protección aplicados 30-40 minutos antes de la exposición y repetida cada 2 horas, nos permitirá disfrutar del sol y de las actividades al aire libre, con especial cuidado de las personas de piel clara, con lunares, los niños, ancianos y los pacientes bajo tratamiento.