
Florencio Rodríguez / Secretario general de ASAJA Ciudad Real
Las protestas que comenzaron en enero en algunos países europeos, como Alemania y Francia, llegaron al nuestro en los primeros días de febrero. Gracias al levantamiento de los agricultores y ganaderos se hicieron muy visibles los problemas del sector y gran parte de la sociedad ha tomado conciencia de las zancadillas, la burocracia y la competencia desleal contra la que tienen que hacer frente cada día los profesionales del campo. Pocas veces el campo había tenido tanta repercusión en los medios generalistas.
Los mayores inconvenientes del sector vienen, en gran medida, de la legislación europea, cada vez más “verde” y menos empática con los productores. Por eso, tras meses de protestas, logros, decepciones y desencuentros, el sector primario lleva semanas con la mirada puesta en el presente mes de junio, y todo porque sabe que se juega mucho en las elecciones al Parlamento Europeo.
Las movilizaciones, que por cierto arrastramos desde 2020 y que se han agudizado este año, tienen mucho que ver con el viraje erróneo de la política comunitaria en esta última legislatura. En ella se ha puesto en marcha la PAC más compleja e incongruente, con una maraña de medidas casi imposibles de llevar a la práctica en las explotaciones, y con innumerables limitaciones en aras de supuestos beneficios medioambientales, muchas veces no probados.
Ha quedado demostrado que es necesario proteger la soberanía alimentaria de la Unión Europea para garantizar el abastecimiento de la ciudadanía en cantidad y calidad. Y no puede haber producción sin rentabilidad. Por ello, desde ASAJA estamos exigiendo que no se permita la entrada masiva de productos que hunden los precios y compiten deslealmente con los nuestros, como sigue ocurriendo con los cereales y oleaginosas ucranianos, la miel de China o los hortícolas de Marruecos; acuerdos comerciales en los que se utiliza la agricultura europea como moneda de cambio.
Por eso, pase lo que pase en las elecciones del 9 de junio, el sector agropecuario seguirá muy pendiente de los pasos que se den desde Europa. De hecho, ASAJA ha elaborado un manifiesto donde no sólo defiende los intereses de los agricultores y ganaderos, sino que también establece una hoja de ruta clara para la próxima legislatura. Este documento se centra en siete áreas críticas que van desde la promoción de la competitividad y la rentabilidad del sector agropecuario manteniendo su potencial de producción sostenible, hasta la mejora de la sanidad vegetal y el bienestar animal fomentando la investigación, la innovación y las tecnologías digitales.
A partir de este momento, el sector agropecuario mira a Europa en busca de una PAC sensata, que nos permita recuperar la libertad e ilusión de producir alimentos; un presupuesto suficiente, actualizado a las necesidades actuales y que refleje las ambiciones de la UE en materia de agricultura; un programa político en materia de comercio que sea coherente con el grado de ambición en el mercado interior; estudios de viabilidad sobre cualquier nueva propuesta relacionada con la agricultura y ganadería; unas cláusulas espejo que equilibren las relaciones comerciales con otros países; y, además, se necesita una figura fundamental, un comisario de Agricultura y Zonas Rurales con una función primordial, como vicepresidente de la Comisión Europea.