El Instituto de Segunda Enseñanza creado en 1843 y ubicado en el Convento de La Merced en la capital de la provincia era el único instituto en toda la provincia hasta que, en el año 1933, se funda el Instituto Bernardo de Balbuena en Valdepeñas.
En la década de los años 20 del pasado siglo XX, coincidiendo con el desarrollo económico que experimentaba Valdepeñas, comienza a promoverse la necesidad de un Instituto Elemental de Segunda Enseñanza en la ciudad, creando para ello una comisión para reunirse en Madrid con uno de los ministros de la época para exponerle la necesidad de la creación de este instituto. Comenzaba así una nueva era en la educación para Valdepeñas y su comarca.
El Instituto Elemental de Segunda Enseñanza es ubicado en la calle Buensuceso de Valdepeñas en una antigua vivienda-bodega que se reconvierte para tal fin. Las clases darían comienzo el 10 de noviembre de 1933 con cerca de 200 alumnos matriculados, aunque no se inauguraría oficialmente hasta el 27 de noviembre, siendo su fundador y primer director Alfonso Caro Patón y Merlo de Córdoba, quien, como dato, fue asesinado a los pocos meses de empezar la Guerra Civil en 1936.
En 1934 el instituto pasa a denominarse Bernardo de Balbuena, en homenaje al insigne poeta valdepeñero y obispo de Puerto Rico nacido en 1562. Como dato a destacar, hay que mencionar que fue uno de los pocos centros educativos que había en España que no cerraron durante la Guerra Civil, se ha mantenido siempre abierto.
Por este instituto han pasado personas ilustres, tanto profesores y alumnos, como personas vinculadas al centro que, además, han dejado huella como el dramaturgo Francisco Nieva y su hermano Ignacio Morales Nieva, el capitán del Ejército del Aire Luis Fillol, el poeta Juan Alcaide, el profesor y cronista oficial de Valdepeñas Cecilio Muñoz Fillol, el pintor Daniel de Campos, el artista Antonio Crespo Foix, el divulgador científico José Luis Crespo, o Inés Ibáñez Braña, hija del gran ‘Maestro Ibáñez’ e Hija Predilecta de Valdepeñas. Profesores muy ilustres como Lorenzo Medina, Jesús Castillo, Santiago Segura Munguía, Jesús Bermúdez Pareja o Manuel Alía Medina.
En la década de los años 50, ante el incremento del alumnado -más de 600 por año-, existe la necesidad imperiosa de realizar un nuevo centro, el que actualmente conocemos situado en la Avenida de los Estudiantes. Tras la cesión de los terrenos por parte del Ayuntamiento, se le encarga el proyecto al que en ese momento era ya uno de los grandes arquitectos a nivel nacional, el daimieleño Miguel Fisac. El edificio, con una planta rectangular, compuesta por un núcleo central flanqueado por dos bloques laterales, destacando los espacios destinados a salón de actos y capilla. Un patio interior, presidido por el busto de Bernardo de Balbuena, centraliza el ala de secretaria, administración y despachos de dirección, al tiempo que confiere una especial escenografía a la capilla anexa. A partir de este núcleo central, se despliegan otras dependencias que, inundadas de luz, albergan pasillos, aulas, biblioteca, laboratorios y espacios deportivos, entre otros. Se inauguró oficialmente en junio de 1967, iniciándose el proyecto en 1958. Si bien es cierto, los alumnos comenzaron a asistir a las clases en 1965, concluyendo la obra definitivamente en los años 70.
La capilla del instituto, ya desacralizada, es una de las más representativas señas de identidad de Fisac con sus impresionantes bóvedas y un sistema de iluminación muy particular. Llegó incluso a celebrar bodas y era también el espacio donde ensayaba el coro. Los bancos que tenía están ahora cedidos en la parroquia de Nuestra Señora de la Santa Paz y San Juan Bautista. En un futuro la idea es poder dedicar este espacio a una Biblioteca-Museo. Pero antes de esto, se quiere solicitar la declaración como edificio histórico con casi un siglo de vida y solicitar la placa Docomomo, un título de valor arquitectónico de arquitectura moderna al ser un edificio de Miguel Fisac.
También es digno de destacar su Salón de Actos, con una capacidad de unas 450 personas -el segundo más grande de Valdepeñas tras el Auditorio Municipal “Francisco Nieva”- y que también funcionó como cine en su momento.
Durante los años 60 se crearon varios laboratorios que se conservan tal y como estaban, además de contar con instrumentos de laboratorio anteriores a esos años. Asimismo, el instituto cuenta con una biblioteca con objetos de gran valor, como libros de los siglos XVI, XVII, XVIII y XIX, siendo el más antiguo de 1578 que está cedido en la Biblioteca de Valdepeñas.
En 1973 comenzaba en el instituto el Bachillerato Nocturno, una de las señas de identidad del Bernardo de Balbuena, llegando a superar los 1.000 alumnos entre finales de los 70 y principios de los 80, teniendo que habilitar el gimnasio como aulas y, posteriormente, instalando unas aulas prefabricadas, que en un principio iban a ser temporales, pero que estuvieron cerca de 20 años hasta que se hicieron dos nuevos aularios; uno de tres aulas y otro de cuatro aulas.
El poder para atraer a alumnos de toda la comarca ha sido, y sigue siendo, otra de las señas de identidad del instituto, llegando a contar en sus orígenes con secciones delegadas en diversas poblaciones como Tomelloso, La Solana, Alcázar de San Juan, Santa Cruz de Mudela, Villanueva de los Infantes, Moral de Calatrava, incluso en Villacañas (Toledo).
En la actualidad hay unos 700 alumnos y unos 67 profesores, contando con Bachillerato de Artes Plásticas y con Bachillerato de Artes Escénicas y Música, además de Bachillerato Nocturno.
El arte y la música han estado siempre presentes en cada rincón del Bernardo de Balbuena. Algo que lo caracterizó décadas atrás fue el teatro, de hecho, se ha vuelto a crear un taller para realizar obras de teatro, musicales, etc., siendo un instituto que siempre ha promovido la dimensión cultural y también la artística.
Un gran proyecto que quiere llevar a cabo el instituto es la recuperación de sus espacios exteriores creando zonas verdes; jardines, un huerto, un invernadero, un merendero e incluso incluir elementos característicos de la zona como las tinajas. Asimismo, crear un espacio para el aprendizaje en las zonas ajardinadas con una gran grada exterior en forma de anfiteatro que sirva como aula al aire libre al más puro estilo griego.
El Instituto Bernardo de Balbuena es presente, tiene un gran pasado y mira ilusionado hacía el futuro siempre con la cultura por bandera.
Texto: Juan Diego García Abadillo. Fotos: IES Bernardo de Balbuena