Gonzalo Juliani. Ceo en Asesor Franquicia y abogado experto en gestión de redes de franquicia

Poseer un negocio propio es una perspectiva desafiante y emocionante, y cada vez más personas sueñan con evitar el empleo y ponerse por su cuenta.

No es de extrañar pues ser un empresario ofrece una mayor libertad, responsabilidad personal y posible recompensa financiera que trabajar como empleado.

Sin embargo, contra estas ventajas viene el riesgo, ¡y mucho! Según la Confederación Española del Comercio, sólo entre el 20 y el 30 por ciento de las pequeñas empresas sobreviven los
primeros cinco años.

Poseer y operar una franquicia es otra manera de tener tu propia empresa. Serás un empresario, pero estarás asociado con una marca y podrás seguir un marco establecido, uno que ha demostrado ser exitoso.

…PERO NO TODO EL MONTE ES ORÉGANO

Hay aspectos positivos y negativos para convertirse en un franquiciado. A algunas personas les encanta estar en un ambiente semiestructurado con reglas y reglamentos establecidos y técnicas para guiarlas en el día a día del negocio, y para otras personas ese mismo ambiente puede ser sofocante y pueden sentirse “atados” en su creatividad.

Además, alguno puede ser que no vea las ventajas de tener que contribuir con parte de sus beneficios a la central de franquicias.

Por otra parte, la mayoría de la gente entiende que estar asociado con una marca reconocida puede ayudar a compensar el riesgo normalmente asociado con el inicio de su propio negocio.

Además de ser capaz de aceptar los pros y contras de poseer una franquicia, esta forma específica de emprendimiento requiere un cierto tipo de personalidad.

El franquiciado ideal es optimista y apasionado con su proyecto, disfruta de la autodisciplina, una naturaleza concienzuda, y tiene un fuerte deseo de seguir aprendiendo y creciendo.

Él, o ella, también necesitan confianza en sí mismo y ser capaz de tomar riesgos calculados. Poseer una franquicia también requiere una alta capacidad de adaptación a los cambios así como
para hacer frente a las situaciones difíciles que surgen en cualquier negocio.

Además, un franquiciado debe tener don de gentes y estar formado en cómo crear y mantener un ambiente laboral sano y motivador, tratando a empleados y colaboradores potenciales siguiendo
los estándares legales y éticos.