Florencio Rodríguez Medina / Secretario general de ASAJA Ciudad Real

El diagnóstico de cómo está afectando la sequía al campo está hecho. Una imagen vale más que mil palabras. Hay poco que analizar: simplemente la ausencia prolongada de lluvias ha puesto al sector agropecuario al límite. Después de la pandemia y de la guerra de Ucrania, ésta es la puntilla para unos agricultores y ganaderos con pocas opciones. La situación que atraviesan es límite y, por eso, hay que pasar con urgencia a la acción. El apoyo de las administraciones es imprescindible en este momento. Es esencial para evitar el cierre de las explotaciones porque, de seguir la sangría, no volverán a esta actividad y, con su desaparición, llegará la conquista de la despoblación del mundo rural.

Y es que la sequía es uno de los fenómenos naturales más temidos y devastadores. Los datos no dejan lugar a dudas: las precipitaciones han disminuido un 20% de media, mientras que las temperaturas de los últimos cuatro meses han sido muy superiores a lo normal. Esto ha tenido un impacto directo en la cantidad de agua embalsada y en la acumulada en los acuíferos. Esta situación es especialmente grave en algunas cuencas hidrográficas. Además, a esto debemos sumar que los seguros agrarios para cultivos como el olivar, los frutos secos, la uva y los herbáceos no están cubriendo más del 50% de la superficie, lo que demuestra la preocupación del sector agropecuario ante una total indefensión.

Esta sequía está teniendo graves consecuencias en los cultivos, especialmente en los cereales de invierno, donde se ha perdido el 80% de la cosecha. Las oleaginosas también se ven gravemente afectadas, ya que prácticamente todas las superficies sembradas no serán viables. Algunos cultivos leñosos están en una situación límite, con la cosecha de este año muy tocada en algunas comarcas. Los cultivos de regadío también se verán gravemente afectados, con importantes recortes en su producción por la falta de precipitaciones y las restricciones en las dotaciones de agua. Capítulo aparte merece la situación a la que se enfrenta nuestra ganadería extensiva, con graves problemas de disponibilidad de pastos e importantes temores por la disponibilidad de forrajes y paja en las últimas semanas y los altos precios de éstos, que están suponiendo importantes pérdidas económicas para las explotaciones ganaderas.

Ante esta preocupante situación, es necesario tomar medidas para hacer frente a la sequía, de ahí la propuesta de ASAJA de poner en marcha un Plan de Choque ambicioso, con medidas económicas, fiscales, laborales y, por supuesto, hidrológicas. Una estratégica de gran calado que se desarrollen durante los próximos tres años, como torniquete a la grave hemorragia que vive el sector agropecuario, estratégico en nuestra región.

La organización agraria apela a un respaldo administrativo de altura, dada la gravedad de la situación que vive el sector. Hay que tener en cuenta que la afección a los cultivos en secano ya no solo se cuantifica por la merma de la cosecha de este año, sino que estamos siendo testigos, en algunos casos, de su muerte en ciertas superficies de leñosos. Además, hay explotaciones ganaderas donde ya se está sacrificando parte de la cabaña por no poder asumir el coste alimentario de los animales. Lamentablemente estos son los últimos pasos antes del abandono definitivo de la actividad y el cierre de la explotación.

Desde ASAJA prevenimos de que esta complicada situación del sector primario terminará inexorablemente repercutiendo a toda la sociedad en el precio de la cesta de la compra, especialmente en productos tan básicos como el pan, la leche o la carne.