Más de 6,4 millones de extranjeros residen en España, 31.000 en la provincia de Ciudad Real. Muchos de ellos ya están instalados en las costumbres y tradiciones de aquí. En el caso de la Navidad, disfrutan con la familia de los platos navideños, se toman las uvas de fin de año y cómo no, van a la cabalgata de los Reyes Magos. Tradiciones que no se dan en otros países pero que adoptan como si fueran propias, máxime en el caso de los niños que tienen doble regalo de Papá Noel y Reyes (igual ocurre en el caso de los nacidos aquí). Todos viven otra Navidad, fuera de su patria, con la añoranza y el recuerdo de seres queridos que dejaron en sus países de origen.

Vinieron en febrero hace casi 17 años desde un país al sur de Sudamérica. Ella estaba embarazada de apenas unos meses, aunque con la pareja venía un niño de siete años. Llegaron a España toda la familia unida en busca de un porvenir mejor y un futuro prometedor. El mayor contraste para la familia Torres -apellido imaginario- fue el climatológico, al pasar de un clima suave y cálido de no más de 30 grados de temperatura y a 40 minutos de la costa del Pacífico, a un tiempo continental, de temperaturas más extremas en verano e invierno. Su febrero es nuestro agosto, de ahí que embarcaran en el vuelo en mangas de camiseta y aterrizaran con jersey y abrigo.


Para los Torres, aparte de la tristeza y lejanía de los suyos en las primeras Navidades, lo mejor que encontraron en España era la acogida de las gentes, la cercanía y la hospitalidad. Su destino fue Ciudad Real, una ciudad amable, con calidad de vida y con la tranquilidad de moverse por cualquier sitio y poder disfrutar de ocio y tiempo libre. En cuanto a las costumbres de las fiestas navideñas, José Torres reconoce la similitud entre ambos países, “las tradiciones son parecidas, en la comida de Navidad se reúne toda la familia, no hay tanta diferencia de mi país natal con el de acogida”. Vuelve a insistir en el clima como un elemento a priori importante para él en las celebraciones navideñas de aquí, “no estaba habituado al frío y a las celebraciones al calor de un hogar o una chimenea; en Santiago de Chile es verano, los hogares se abren de par en par, las gentes bailan por las calles, en Nochevieja se organizan grandes fiestas hasta el amanecer y luego el Año Nuevo se disfruta en la playa, con el primer baño”.


Pasado el tiempo y las primeras navidades lejos de su patria (“no había Whats’App, nos conectábamos con una tarjeta de prepago”, recuerda el patriarca), los Torres disfrutan ahora de su Navidad con plenitud en España. Ya no han podido regresar a su tierra, allí las vacaciones escolares comienzan la tercera semana de diciembre y empiezan el curso en marzo (enero y febrero es como julio y agosto) pero aquí es época de exámenes y estudio además de trabajo. La pequeña de la familia no ha vivido una Navidad en la patria de sus padres, aunque a través de videoconferencia y recuerdos conoce las costumbres de allá. Desde siempre, adoptaron como propia la asistencia a la cabalgata de Reyes, aunque en Chile no se celebre, “la familia entera espera ansiosa a Papá Noel, pero cuando nuestros hijos eran pequeños íbamos a ver la cabalgata”.


Otra costumbre adoptada por esta familia chilena son las fiestas de cotillón el 31 de diciembre de Ciudad Real, “en ocasiones nos vamos con los amigos a algún cotillón si hay un buen plan, máxime ahora que los niños son mayores, aunque no siempre lo hacemos, no por nada, sino porque en ese momento no apetece”. El chico mayor de los Torres, a sus 23 años, se va con los amigos a disfrutar de la Navidad, recuerda de pequeño los regalos de sus abuelos y la reunión con sus primos, pero aquí también aprovecha los días festivos tanto con su familia como con sus amistades.


Tanto a un lado como a otro del Océano Atlántico, el árbol de Navidad se empieza a montar unas semanas antes. En esta familia en concreto, con dos semanas de antelación, acumulando poco a poco regalos hasta el último día antes de Navidad, momento que aprovechan para poner los destinatarios de cada regalo para el día 25 levantarse muy temprano y abrirlos.


El santiaguino de nacimiento y manchego de adopción reconoce añorar mucho a los suyos, sobre todo en estas fechas, pero el resto de las fiestas son prácticamente lo mismo, con la ventaja de que en Ciudad Real “hay calidad de vida, cercanía, tranquilidad y puedes disponer de tu ocio y tiempo libre”, confiesa.

Baile, fiesta y luces por todas partes.- Domenica es colombiana, de Cali, ciudad al oeste del país de más de 2,2 millones de habitantes. Vino a España, a Madrid, hace unos años por estudios y finalmente se ha afincado en Ciudad Real, donde desarrolla su labor profesional. Reconoce y valora las oportunidades existentes en nuestro país, no sin grandes dosis de esfuerzo y trabajo, pero en lo referente a la Navidad, Domenica se queda con la de su tierra, donde hay más decoración, más fiesta, más reuniones, más contacto con la oración, casi más de todo. Como en el caso del testimonio anterior, la temperatura también influye en los festejos navideños, Cali en pleno valle del Cauca, con climas suaves tropicales, cuenta con una temperatura, tanto ahora en noviembre como en diciembre, de 28 grados centígrados de máxima y 19 de mínima, con oscilaciones un grado hacia arriba o hacia abajo.


Sin embargo, Domenica disfruta mucho de la Navidad en Ciudad Real, con su pareja y la familia de ésta, además de con sus muchas amistades. Una de las cosas que más le impresionó nada más llegar a España fue la poca decoración exterior en las ciudades, más allá de la zona centro, “en ese momento, cuando estaba estudiando, vivía en una localidad con muchas urbanizaciones y cuando regresaba de la Universidad, no se notaba apenas ningún ambiente navideño; en el centro de Madrid todo estaba iluminado, pero sólo ahí”. Otro elemento llamativo para esta colombiana respecto de las navidades españolas es el propio menú navideño, donde no hay un plato principal protagonista en las comidas y cenas familiares, “yo esperaba un gran pavo o un gran pollo en las mesas; por otro lado, poco adornadas respecto a las de mi tierra, pero no, aquí se ponen muchas elaboraciones para picar, marisco, ibéricos, y luego alguna carne o pescado, al menos en lo que he podido comprobar”. En tercer y último lugar, a Domenica le choca el distinto apego a la familia en Navidad en Colombia y en España, “es cierto que todo el mundo se reúne para Nochebuena y Nochevieja, Navidad y Año Nuevo, pero después algunos salen de fiesta y en Cali no, por lo general está en casa toda la familia bailando y divirtiéndose”. Pese a todo, y como buena caleña, lleva a su casa y también a su negocio de joyería artesana en Ciudad Real todo el ambiente navideño de Colombia, decorando con exquisito gusto y detalle tanto uno como otro.


Como hemos dicho, el clima tropical de Colombia también influye a la hora de una Navidad extramuros. Las puertas de los hogares se abren de par en par, con las fachadas totalmente iluminadas, con fiestas en el exterior donde todos los miembros de la familia se involucran, especialmente los niños, “en mi zona todo está iluminado, casas, fuentes, parques, edificios, se respira el nacimiento del Niño Dios por todas partes”, explica.


Pero además de la unidad familiar, las celebraciones y la excelsa y abundante decoración fuera y dentro de los hogares, Colombia, Cali siente la Navidad como una fiesta profundamente religiosa, teniendo en cuenta que gran parte de la población colombiana es católica. Ya en la víspera y durante la madrugada de la festividad de la Inmaculada Concepción, 7 y 8 de diciembre, los colombianos celebran la Noche de las Velitas, que marca el inicio de la Navidad. Según reza la tradición, las casas y las calles del país, en una atmosfera de alegría y fiesta, son iluminadas con velas y luces multicolores, en honor de la Inmaculada Concepción.


Otra diferencia importante es en Nochebuena. En Colombia, desde el 16 al 24 de diciembre se rezan las novenas entre vecinos y familiares para celebrar el nacimiento del niño Dios; esta tradición se conoce como la Novena de Aguinaldos o Novena de Navidad, en recuerdo de la Virgen María, San José, los Reyes Magos y el Niño Jesús, en busca de refugio. Esta oración navideña se realiza cada noche en una casa distinta, acompañándola de rica comida y villancicos.


En cuanto a la comida, la costumbre es reunirse cada 24 de diciembre alrededor de la medianoche para disfrutar de una deliciosa cena colombiana. ‘La natilla’ es el postre navideño por excelencia de Colombia, es un plato cremoso de natillas que se come junto con otros platos favoritos de Navidad como el manjar blanco (una pasta cremosa parecida al caramelo) y los buñuelos.


Ya en fin de año, las uvas es tradición en ambos lugares, aunque con algunas salvedades. En Colombia existe la tradición de estrenar ropa, ponerte algo amarillo o dorado para comenzar el nuevo año con buenas vibraciones.


En ambos países, ni en Chile ni en Colombia existe la festividad de los Reyes Magos, las vacaciones se acaban con el año que comienza. No obstante, tanto los niños como los mayores que vienen a España han adoptado perfectamente esta costumbre (como los hijos españoles adoptaron la de Papá Noel) y son uno más en todas las cabalgatas de Reyes, la recogida de caramelos, el roscón y, cómo no, los regalos por segunda vez en las fiestas navideñas.

Un americano en la Navidad de Madrid.- Tom es de una ciudad de algo más de 100.000 habitantes del oeste de Estados Unidos. Vino a Madrid a estudiar y ya se quedó por un tiempo dando clases de inglés. La ciudad le atrajo desde el principio, una ciudad con millones de habitantes y también millones de posibilidades para el ocio. En Navidad, le gustó especialmente la decoración e iluminación navideña del centro de la capital española, el mercado de la plaza Mayor, los adornos, las luces, la oferta cultural de esta época… hasta las castañas asadas. Cada costumbre, cada tradición, cada vivencia era para Tom un cúmulo de sorpresas, en el buen sentido. Invitado por amigos españoles a las mesas de Navidad de sus familias, Tom se mostraba encantado y agradecido de los manjares de Navidad en España, aportando en su caso alguna costumbre prenavideña americana como el Día de Acción de Gracias. No es residente, pero siempre que puede, regresa a Madrid, donde vivió parte de su vida y dejó grandes amigos y también familias a donde volver y disfrutar de ricos platos y de una nueva iluminación navideña por Sol, Gran Vía o Cibeles, sin olvidar el cucurucho de castañas asadas.

Extranjeros en España.- Como la familia Torres o Domenica, más de 6,4 millones extranjeros residen en España en busca de una nueva vida, un trabajo, estudios o huyendo de la miseria o de una guerra. España es un país de acogida, estamos en el número 10 del ránking mundial, tanto ciudadanos de cualquier país de la Unión Europea, como de Colombia o de otros puntos más lejanos. Como fenómenos de inmigración, la llegada en patera de miles de personas de nuestra vecina África, o los miles de ucranianos recogidos en la frontera con Polonia en el inicio del conflicto con Rusia. En la actualidad, según un informe de Funcas, uno de cada seis residentes en nuestro país ha nacido en el extranjero.


En la provincia de Ciudad Real viven más de 31.000 extranjeros, la mitad procedentes de Europa (Rumania, Bulgaria, Francia, Italia, Portugal…), Marruecos, América del Sur (Colombia, Venezuela, Paraguay) y Asia, China principalmente.


El número total de extranjeros residentes en España a finales de 2022 ascendía a 6.493.147 personas, un 7,3% más que en 2021, según el Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, debido fundamentalmente a la llegada de desplazados ucranianos. Así lo pone de manifiesto la estadística realizada por el Observatorio Permanente de la Inmigración (OPI) que incluye a todos aquellos extranjeros que, en la fecha de referencia de la publicación, poseen la documentación de residencia que exige la normativa española: extranjeros con una autorización de residencia en vigor; extranjeros británicos y familiares que poseen un Documento del Acuerdo de Retirada (TIE) y, por último, aquellos que poseen un certificado de registro o tarjeta de familiar comunitario.


El crecimiento de los extranjeros residentes, más del doble que el producido en 2021, se debe al incremento del 12,7% de las personas con autorización de residencia, explicado en parte por la fuerte afluencia de personas desplazadas procedentes de Ucrania desde el 24 de febrero de 2022 por la invasión rusa y titulares de una autorización por Protección Temporal.


Dos tercios de los extranjeros residentes viven en cuatro comunidades autónomas (Cataluña, Madrid, Andalucía y Comunidad Valenciana) y el 57% se concentra en siete provincias (Madrid, Barcelona, Alicante, Málaga, Valencia, Islas Baleares y Murcia). Si se tiene en cuenta el peso relativo de la población extranjera residente sobre el total de la población de cada provincia, Melilla, Almería, Girona, Islas Baleares y Lleida ocupan los primeros puestos.


Respecto al perfil sociodemográfico, la edad media de la población residente es de 40 años y hay más hombres que mujeres. Los grupos más jóvenes son los pakistaníes (con una edad media de 32 años) y marroquíes (34 años); los más envejecidos, los británicos (55 años) y los alemanes (49 años). Además, entre las personas de nacionalidad de Ucrania, Venezuela, Colombia, Polonia y Alemania, las mujeres superan a los hombres.


Respecto a las nacionalidades, hay 15 que concentran casi el 75% de residentes extranjeros, seis de ellas corresponden a países de la UE con Rumanía e Italia a la cabeza. Y desde fuera de la UE, los nacionales de Marruecos, Reino Unido, Ucrania, China y Colombia se sitúan a la cabeza. Por primera vez se incluyen en esta estadística a las personas extranjeras residentes con autorización de residencia por protección internacional y apatridia.


Todos ellos disfrutan ahora de otras Navidades lejos de su país con la esperanza de una nueva vida sin olvidar nunca las raíces y la familia que se quedó atrás.


Texto: Ayer&hoy. Fotos: Pixabay